Capítulo 21

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04.07.2028

Jessica Fernández

El vuelo no es muy largo ya que de Portugal a París hay pocas horas de distancia. Aterrizamos en la pista de aterrizaje que hay en las tierras pertenecientes a la que era la casa de mi niñez. La rampa comienza a abrirse dejándonos ver la oscura madrugada que nos rodea. Me desabrocho el cinturón de seguridad y los soldados me imitan quedándose de pie hasta que yo camino por el pasillo haciendo que mis botas suenen en el metálico suelo hasta que bajo la rampa y mis pies tocan el suelo de la pista.

A mi lado permanece Víctor mientras los soldados bajan por la rampa y se comienzan a dispersar para comprobar el perímetro. El general Víctor me entrega el pinganillo que llevan todos los soldados.

—El canal uno es para los capitanes y el canal dos para todos—me informa y yo aprieto el botón del canal uno.

Perímetro despejado—escucho que dice el capitán del equipo de rastreo.

Los soldados se dividen en cinco:

Equipo 1; especialistas en armas blancas.

Equipo 2; francotiradores.

Equipo 3; artificieros.

Equipo 4; rastreadores.

Equipo 5; combate cuerpo a cuerpo.

Cada equipo tiene una persona encargada de dirigirlos tras recibir mis órdenes, a ellos se les conoce como capitanes. Víctor es mi guardaespaldas, responsable también del equipo francotirador, a pesar de ser también bueno en combate cuerpo a cuerpo.

Comienzo a avanzar seguida del general. Tras recorrer varios metros puedo divisar las ruinas de la que era mi casa y un ligero escalofrío recorre mi columna vertebral. Rodeamos las ruinas hasta estar enfrente del camino principal que da a la casa, donde hay varios coches blindados esperándonos. El bosque sigue siendo igual que cuando hace más de quince años atrás, al igual que este olor tan familiar a hojas y tierra húmeda.

Aprieto el pinganillo para hablar.

—Suban al coche—les ordeno y los soldados comienzan a subir a los coches detrás de mí ya que sigo mirando las ruinas.

Listos—dice uno de los capitanes y después les siguen los demás.

Aquí, en Francia, comenzó todo y aquí va a terminar esta hera.

Subo al último coche junto al general y los demás comienzan a ir hacia nuestro destino: Limoges. Un viaje de cuatro horas, por tanto llegaremos a las siete de la mañana, justo en el amanecer.

***

Dejamos los coches a un kilómetros de nuestro destino y comenzamos a caminar hasta que, tiempo después, tras la alta maleza y plantas salvajes que rodea el terreno, veo la casa.

—Precaución—les digo por el pinganillo por el canal 2.

Seguimos avanzando entre la maleza hasta que llegamos a una especie de círculo con hierba seca que se me hace sospechoso. Mando a detener a todo el equipo de inmediato.

—Quietos—digo por el pinganillo—. Capitán 3—llamo al capitán de los artificieros—, despliega rastreos de bombas, minas o cualquier explosivo. Los demás, agachados.

Un moreno se acerca a mí con un maletín que ha sacado de su mochila ya que cada líder lleva una mochila con lo básico para su equipo o su especialidad.

El capitán abre el maletín revestido de camuflaje que, en su interior, parece un ordenador. Lo enciende rápidamente y comienza a teclear cosas en el aparato hasta que sale una imágen aérea de la casa y sus alrededores de color verde que solo marca las limitaciones con líneas y el fondo negro. En la imágen aparecen varios puntos rojos que están bastante cerca los unos de los otros.

La reina del Infierno ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora