Capitulo VIII: El Reto.

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Ni en una presentación ante mil personas, podría sentirme tan nerviosa como en este momento.

Miré la enorme cama junto a nosotros y trague grueso ¿de verdad dormiría con Raell en ella?

—Ten paz Liz, dormiré en el sillón de la esquina que seguro no has visto —habló el dueño de mis pensamientos, adivinando mi actual tormento.

Vi el dichoso sillón que mencionó y cierto, hasta ahora me di cuenta que formaba parte de la habitación. Era como un sofá cama, pero igual me dio pesar que tuviera que dormir allí por todo este enredo que yo misma armé.

—Esto es un desastre, me arrepiento de haber venido —musite algo frustrada.

—Ya estamos aquí Liz, debemos adaptarnos a la situación —dijo calmado.

Era admirable como controlaba toda incomodidad con serenidad.

—No me parece justo que duermas en el sillón Raell, la cama es suficientemente grande para los dos —fui consciente.

El compartir cama, no nos haría íntimos o algo parecido.

—Tranquila Liz, créeme ese sillón es incluso más cómodo que cualquier colchón, realiza hasta masaje —aseguró. Pero yo sabía que lo decía por ser caballero.

—No mientas Raell, no es necesario que me digas eso para que yo me quede tranquila.

—Yo no miento Liz, soy fiel seguidor de la sinceridad —dijo convincente—, ven y te muestro.

Fue hasta el sillón y lo seguí, me hizo ademán para sentarme y así hice. Él oprimió un botón y tal como dijo, el sillón comenzó a dar suaves masajes en mi espalda.

Estuve tentada a cerrar los ojos y dejarme consentir, pero entonces recordé donde y con quien estaba y aterricé a la realidad.

—¿Puedo quedarme aquí todo lo que dure el paseo? —le comenté a Raell en un puchero, que le sacó una risa.

—Sino quieres tener Andrea todo el rato aquí metida contigo, te sugiero que no.

Cierto...

Raell volvió a presionar el botón y dejó de darme esos delicioso masajes. Estuve tentada a tocar ese botón de nuevo.

—Entonces negociemos nosotros, yo duermo en el sofá y tú en la cama —. Propuse y negó la cabeza.

—No podría dormir bien sabiendo que tengo la cama, mientras tu duermes en el sofá —rechisto.

—Entonces entiendes mi situación contigo —volví a rechistar.

Se cruzó de brazos pensativo, como dándose paciencia conmigo.

—Es difícil cuando dos almas nobles se juntan —musitó y no pude estar más de acuerdo.

Era como si San Nicolás estuviese negociando con el hada de los dientes.

—Entonces para ser justos dormimos en la cama, es suficientemente grande para los dos —quise cerrar la negociación con un trato más que justo.

—Creo que mejor esperamos la noche y vemos que hacer ¿vale? —propuso y suspirando para mis adentros asentí.

—Esta bien.

—Bueno, bajemos con los demás creo que Andrea tiene algunas estrategias para ustedes las chicas —dijo y frunci el ceño.

—¿No estarás con nosotras?

Especificamente quise decir: ¿conmigo?

—No, ustedes estarán en un Spa y nosotros regados por la playa —me puso al tanto y no estuve muy feliz con eso.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora