Capitulo XXXIII: te Seguiré Amando

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Música. Es un arte que llena el alma solo con melodías y letras, que te pueden construir y destruir según sea el caso.

Con it'll be okay de Shaw Méndez estaba algo tocada, no sabía si me construyó o me destruyó. Era una combinación de ambos.

Simplemente cuando escuché la letra cerré lo ojos y me puse a llorar, porque era exactamente mi situación con Raell en este momento.

Miré a mi chico acostado en su cama y mi corazón ardió, tenía tanto que decirle y no me había atrevido. El doctor dijo que muchos pacientes escuchan incluso estando en coma, así que era el momento de hablar con él.

Me acerqué a la cama y me senté en la orilla a su lado, seguía igual de guapo que siempre y quise besarlo. Era primera vez que me acercaba tanto desde que estaba aquí, antes me rehuse a verlo de cerca con sus ojos cerrados, sin poderme decir princesa con su brillo especial. Pero ya era el momento, bien sea para despedirme o darle más ánimos. Ya Dios me había fortalecido.

—Hola amor —comencé a decirle—, es primera vez que te hablo directamente desde el accidente. No tenía las fuerzas para hacerlo —tomé un respiro—. Escuché una canción que resume todo lo que quiero decirte, porque sinceramente no tengo palabras para expresar este dolor.

» Está en inglés, pero limpiando tu habitación hace un tiempo descubrí que tienes un certificado. Descubrí que tengo un novio bilingue —bromee un poco.

Saque mi celular del bolsillo y los audífonos para ponérselos a Raell en sus orejas, busqué la canción en mi lista de canciones y antes de darle clic, besé los labios de Raell.

—Quiero que sepas todo lo que siento con esta canción, que pareció escrita para nosotros dos.

Le di en reproducir y mi corazón latio fuerte en mi pecho.

—Entendí que la voluntad de Dios es más grande que la nuestra —dije goteando lágrimas—, y si es su voluntad que te vayas quiero que sepas que te voy amar siempre, que fuiste mi luz entre tanta oscuridad. 

» Gracias por enseñarme el verdadero significado del amor, ese que es incondicional y sana cualquier herida del alma. Sobretodo el amor de Dios, que es el más grande del mundo.

No pude decir más nada, era ese momento donde el dolor te bloquea y no sabes que decir.

Le quité los audífonos y limpié mis lágrimas, acerqué una silla que estaba en el cubículo de terapia intensiva y me senté ahí para dormir. Repose mi cabeza en la orilla de la cama y así me quedé, llorando hasta dormirme.

Había entendido que Dios es Dios, Él sabe lo que quita, Él sabe lo que pone y todo es para nuestro bien. De nada vale quejarse y despotricar en su contra, lo que debemos hacer es ser fuertes y aceptar su voluntad. Vivir el día a día como si fuese el último y dar todo el amor a nuestros seres queridos porque no sabemos hasta cuando estarán con nosotros.

En el grupo de apoyo di mi testimonio hace días, conté mi relación con Aaron y cómo Raell me ayudó a superar muchas cosas. También di gracias a Dios por su amor y en ese momento lo acepté en mi corazón como mi único y suficiente Salvador. Ya no vivía yo sino Cristo en mí. La verdad me sorprendió, porque nunca crecí en un hogar donde Dios fuese una prioridad, no fue sino hasta que Raell llegó a mi vida que pude experimentar su poder y cobijo.

Estaba sentada en la grama del campus con los gemelos, habíamos salido de clase y estábamos descansando un rato antes de seguir con nuestros deberes.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora