Capitulo XI: ¿Que Me Estas Haciendo Liz?

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Extrañé tanto a mis dos compañeros de vida. En cuanto llegue al condominio ambos me recibieron con un abrazo  inmenso.

—Ay lizi estos dos días se me hicieron eternos —Tito hizo un puchero encantador, que me acongojo el corazón.

—Preguntaba a cada momento que estarías haciendo —Tomás rodó los ojos exasperado.

Solté una risita llena de amor ¡eran tan encantador mi Tito!

—Pues gracias a Dios ya estoy aquí amores míos —les lancé un beso y me hice camino al sillón, dejando mi bolso en mi regazo.

—¿Y qué tal el paseo? —por supuesto Tito no pudo aguantar la curiosidad.

Suspiré para mis adentros recordando la intensidad que viví de principio a fin.

—Tengo tanto que contarles chicos —hice un mohín muy, pero muy desanimada.

Se pusieron cómodos para escuchar el cuento, no les omití nada, les dije todo  con detalles y casi se caen para atrás por el beso que me di con Raell.

—¡Liz pero que es eso! ¿Y la nana de Aaron sabe la historia y trató de interceder por él? —Tito estaba boquiabierto.

—Así como les cuento, todo fue un desastre y con Raell decidí terminar esta locura.

Y ya estaba decidido, no podíamos sostener esa mentira por mucho tiempo más, nos hacía daño a todos y era muy incómodo. En el camino de vuelta todo fue monótono y silencioso con Raell, él estaba cohibido conmigo y yo igual, ese beso cambió el rumbo de la historia. No solo porque estaba mal, sino porque teníamos límites establecidos que no debían pasarse y aún así lo hicimos.

Un beso no se le da a cualquier persona y en nuestra posición de fingir ser novios rompía toda barrera posible. Es complicado marcar cierto respeto con una persona y luego verle después de algo tan íntimo como eso. Para muchos un beso no significa mucho, pero para mí si. Porque uno no va por la vida dándole besos a quien sea, eso es un lazo que ocurre con alguien especial.

Raell era un buen muchacho si, le tenía aprecio si, pero no lo veía como algo más que un amigo y sé que a él le pasaba exactamente lo mismo.

—Todo esto llegó muy lejos, lo que falta es que Raell y tu terminen enamorados.

El comentario de Tomás me hizo negar la cabeza, como si fuese una posibilidad remota e imposible.

—Eso es muy absurdo Tom, si apenas se conocen —intervino Tito—, además; Raell es amigo de Aaron de modo que debe ser igual de infiel que él —dijo con desprecio.

Me vi en la obligación de intervenir,

—Se nota que no conoces a Raell amigo, es una excelente persona y con buenos principios —lo defendí.

Ambos se miraron entre sí y luego hacia mí, con sus cejas levantadas.

—Y hasta lo defiendes ah —musito Tito, con desdén.

—Sé porque lo hago y cuando lo conozcan también lo harán, créanme —seguí con mi opinión positiva de Raell, porque sabía que él sí era diferente.

Los gemelos no dijeron nada más sobre eso, su atención se centró luego en Aaron y Andrea. Les conté mi pelea con él en la playa -bueno, lo poco que me acordaba- y así pasamos el día y parte de la noche, poniéndonos al día. Yo sobretodo, porque perdí dos días de clases por ir en busca de una venganza absurda y ahora debía copiar los apuntes. Así estuve, hasta que el reloj dio casi la una de la madrugada y me fui a dormir, porque el día sería bastante largo.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora