Capítulo XXII: ¿Vives Con Él ?

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—¡Liz Torre! ¿Puedo saber por qué te embriagaste con Andrea anoche?

Una enfuruñada Valeria estaba parada frente a mí, con los brazos cruzados mirándome severa.

La cabeza me punzó por el dolor que tenía. El Vino sigue siendo mi enemigo.

—Lo siento, pero no pude evitarlo. Llegó de sorpresa a la casa —expliqué.

Estábamos en la cafetería de la empresa, en el horario de almuerzo. Raell y Andrew permanecieron en silencio en la mesa y ella se sentó con nosotros.

—No deberías seguirle el juego Liz, ella tiene un severo problema con el alcohol —me advirtió.

La mire fruncida.

—¿Te refieres a que es adicta?

—Temo que si, no puede vivir sin el Vino y eso me preocupa —comentó sigilosa, mirando de reojo a Raell.

—Bueno, si he notado que lo bebe mucho pero pensé que solo cuando estaba triste —musite.

—Eso pensé yo, pero desde que vive conmigo he notado su desespero cuando no bebe alcohol —Val explicó.

Eso me preocupó, no imaginaba Andrea alcohólica. Es terrible.

—Creo que Raell está enojado conmigo por lo de anoche, me ha ignorado toda la mañana —le conté.

No negaré que me afecta mucho su indiferencia, porque no estoy acostumbrada a verlo tan distante conmigo. Ni siquiera preguntó cómo amanecí hoy.

—A él no le gusta las borracheras Liz, mucho menos en sus amigos —me hizo saber Val.

Y tiene razón, porque ni la mirada me ha dirigido casi hoy.

Suspiré para mis adentros.

—Creo que la embarre —hice mohín—, lo peor es que no recuerdo muy bien lo que pasó al final de la noche. El vino puede ser peligroso.

Val negó la cabeza, —No tienes idea, lo mejor es no beber.

—Tienes razón.

—¿Y el domingo irás a la iglesia? Escuché que te invitaron —cambió el tema de pronto.

—Ah si, una señora muy amable me invitó este domingo —le confirme.

Todavía estaba indecisa. No soy buena con eso de Dios.

—No dudes en ir Liz, te encantará —Val me dio un guiño.

—Pues tendré que ir contigo, porque por lo visto Raell no me hablará en mucho tiempo —torci los labios, mirándolo desanimada.

Él seguía concentrado en Andrew, ignorando por completo nuestra compañía.

—No digas eso, Raell es un amor y no puede tratar mal a nadie —ella me dio un leve empujón animosa.

Me encorve de hombros, esperando lo mejor.

—¿Qué tanto cuchichean ustedes ah? —Andrew nos preguntó con una ceja arqueada.

—¿Qué te importa cibernetico? —le espetó Val bordeando los ojos.

—Mal hablada. Así me encantan —le coqueteó mi compañero de trabajo.

¡Pero mira!

El rostro de Val se distorsiono con una mueca de horror.

—¡Ni se te ocurra pensarlo! No eres mi tipo —rompió sus ilusiones de inmediato.

—A Val le gustan peludos, con mucha barba amigo —bromeó Raell.

Val no cambió su cara de horror.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora