Capítulo 1: Medianoche.

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     La niñita salió del granero cuando anocheció. Perseguía a un gato negro. Sus padres le advirtieron que no saliera de noche, que en la granja ocurrían cosas extrañas cuando oscurecía, pero se divertía persiguiendo al gato.

—¡Ven aquí! —le dijo mientras lo seguía por entre el los pastizales. El animal era rápido.

El sembradío de calabazas estaba lleno, pronto tendrían que recoger la cosecha. La noche era oscura, había poca luz de luna. La niña apenas podía ver al gato que perseguía.

Lo siguió por detrás de un molino, el gato se escurrió entre la valla y salió del otro lado. Un grupo de luciérnagas salió del pasto por donde caminó la niña. El brillo de los insectos se reflejó en los ojos del gato.

La niña soltó un quejido mientras saltaba la valla, y fue detrás del gato. Casi lo alcanzaba. Se tropezó con una piedra y cayó de frente al suelo, pero se levantó con rapidez y continuó la persecución del felino. El gato salió por entre la valla y corrió hasta el sembradío de calabazas; la niña lo siguió, aunque iba algo rezagada. El viento frío le acariciaba el cabello rubio y hacía que su vestido ondeara. Corría de puntitas, podía ver al gato corriendo en el sembradío de calabazas, pensó que podía atraparlo ahí. Entonces se le acercó con cautela, pero el animal no le quitaba los ojos de encima.

—Ven aquí, pequeño —le dijo, haciendo un ademán con el dedo para que se le acercara.

El gato la ignoró, comenzó a saltar sobre las calabazas, alejándose de ella. Pero la niña no se dio por vencida, y lo siguió. Llegó exactamente a la calabaza que estaba frente al espantapájaros. El felino se ocultó detrás de la calabaza, y la niñita lo acorraló.

—Tranquilo —dijo la niña—, no voy a lastimarte.

El gato erizó su espalda y bufó. Luego salió corriendo despavorido...

—¿Qué tienes? —preguntó la niña mientras una sombra crecía a sus espaldas. Sintió que alguien la observaba y volteó.

Una enorme sombra con boca y ojos brillantes se cernió sobre ella. Y la niña lanzó un grito agudo de horror.

∽∽∽

El cielo era gris.

Cian Sky caminaba por las calles de Cardiff, leyendo el periódico y acompañado por Phel; ese no era su nombre, pero Cian lo abreviaba así. Después de leer por un rato, Cian encontró una noticia que le llamó poderosamente la atención.

—«Niña desaparece en una granja a las afueras de Cardiff. Sus padres y los pobladores de la zona reportan fenómenos extraños en los últimos días» —leyó—... Además, no es la primera persona que desaparece en el lugar. ¿Qué piensas de eso, Phel? —preguntó, mostrándole el periódico. Phel lo vio.

—Tengo el presentimiento de que quieres ir a investigar —replicó Phel; era alto (debía medir un metro ochenta), delgado pero musculoso, y de tez pálida, tenía los ojos rojos y perezosos, y el cabello negro largo hasta los hombros, con un mechón rojo; sus uñas largas y afiladas también eran negras. Vestía una camisa, pantalones y botas negras, y una levita de color vino. Llevaba un maletín.

—¿Quieres venir conmigo? —Cian levantó una ceja. Era de estatura media-baja, esbelto, con el cabello desarreglado de color rubio platinado; tenía grandes ojos dorados y vestía una camisa blanca, con un lazo negro en el cuello, una semilevita y pantalones grises y botas altas de color negro. Llevaba un sable de caballería azul envainado en la cadera izquierda.

—No puedo negarme. —Phel sonrió, mostrando los colmillos afilados.

—Vamos, podrías divertirte. —Cian le palmeó la espalda—. Hace mucho que no te sueltas.

After Death - Libro I: Demonios del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora