El puñetazo de Raysiel mandó a volar a Cian hasta sus compañeros. Airi y Jade lo atraparon en el aire, pero el peso de este las derribó. Cian escupió sangre y miró sus manos; ya no tenía su sable, ni el cristal de Ángel.
—¿Estás bien? —le preguntó Airi.
—El sable está destruido —dijo Cian, sonaba agitado. Eso les dio a entender que no estaba bien. El golpe había sido muy fuerte.
Raysiel vio el cristal de Ángel en el suelo y lo pateó a un lado; en manos tan inexpertas como las de aquellos chiquillos era tan peligroso como cualquier piedra. Ahora lo único que tenía que hacer era matarlos. Caminó hacia ellos con parsimonia mientras los escrutaba con la mirada.
—Si Hardstark perdió contra ustedes, entonces lo sobrestimé —dijo con desprecio—. Pero ahora comenzará mi reinado. Y todo el que se oponga será aniquilado.
Cian se incorporó y miró a sus compañeros. «No somos lo suficientemente poderosos para derrotarlo —pensó—. Pero tenemos que luchar». Solo que ahora Cian no contaba con su sable bendito, y no tenía ni la menor idea de cómo usar el cristal de Ángel en su estado puro; el sable lo ayudaba a canalizar su energía, y Raysiel lo había destruido.
Ante todas las adversidades, Cian se forzó a sonreír. «Otra apuesta arriesgada», pensó. Juntó sus manos, y estas comenzaron a brillar. «No me queda mucha energía, pero podré hacer algo».
—Ars Goetia —conjuró—: Cadenas Sagradas. —Extendió sus manos hacia Raysiel, y unas cadenas fantasmales emergieron de estas, se dirigieron hacia el demonio y lo envolvieron.
«Estas cadenas...», pensó Raysiel; las conocía. Eran similares a las que usó el rey Salomón para derrotarlo. Pero aquellas eran fuertes, estas eran débiles como cordeles. Extendió los brazos y las rompió.
—No sé por qué pensé que funcionarían —dijo Cian; soltó una risita adolorida—. ¿Se les ocurre algo?
—Atacarlo. —Rellef saltó, hizo girar su lanza y se la arrojó. Raysiel ladeó la cabeza y la esquivó sin problemas—. ¡Regreso del Duende! —La lanza se devolvió con gran velocidad, la punta cortó el costado del cuello de Raysiel, tomándolo por sorpresa, y volvió a las manos del duende. El Fénix Azul abrió bien los ojos; la sangre le había salpicado en el rostro. Pero la herida se cerró casi al instante y la sangre se evaporó.
—¿Planeabas vencerme con un ataque tan insignificante? —le preguntó Raysiel al duende—. Me insultas. —Hizo una bola de fuego azul en su mano y se la arrojó.
Rellef saltó a un lado y la esquivó. Luego corrió hacia Raysiel; disparó su lanza en un aguijonazo; pero el Fénix Azul tomó la punta con su mano y se la arrebató. Agarró a Rellef con su otra mano por el cuello y lo levantó.
—Demasiado débiles —dijo Raysiel con desprecio.
—¡Rellef! —llamó Jade.
Y Raysiel clavó la lanza negra en el estómago del duende; la hundió hasta que salió por su espalda. Rellef tosió y escupió sangre negra; y Raysiel lo arrojó a un lado. Extendió sus alas de fuego azul y se elevó.
—Bichos rastreros —les dijo—, ahora serán aplastados. —Voló hacia ellos con gran velocidad.
—¡Escudo Menor! —conjuró Cian. Y el etéreo escudo en forma de cruz apareció justo delante de él. Raysiel chocó contra el escudo y unas ramas crecieron del suelo para atraparlo por las muñecas y tobillos.
Miró a un lado y vio a la dríada, comprendió que ella había hecho crecer las ramas.
—Patéticos —dijo Raysiel; las ramas que lo atrapaban se calcinaron. El Fénix Azul era muy superior a sus oponentes. Extendió sus brazos y mandó a volar a Jade y a Airi; por tener el escudo, Cian fue el único que quedó de pie.
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After Death - Libro I: Demonios del Fuego
FantastikCian Sky es un joven cazador espiritual que viaja por la Inglaterra victoriana acompañado por Phel, un misterioso espíritu contratado por su padre años atrás. Ambos se embarcarán en un viaje, en el que harán aliados y enemigos, para proteger el mund...