" El Compañero De Alec "

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  Al traspasar la puerta Alec y Jacob intercambiaron una mirada.

  —¿Qué ha sido eso? —preguntó Alec, divertido—. ¿Estaba en tus pensamientos que solo confías en mí?

  —Por supuesto, no eres como imaginaba —dijo notando al vampiro más relajado.

  —¿En qué sentido? —Alec dobló en un pequeño pasillo y comenzó a ascender las escaleras. La visibilidad era casi nula.

  —¿Un miembro de la guardia de los vulturis? Me dijeron que erais terroríficos, pero eres todo lo contrario. Eres más puro que muchas personas.

  Alec casi soltó una carcajada, fue más bien un sonido contenido, pero sin duda se sentía a gusto junto a Jacob. Se paró frente a una puerta sencilla, la abrió dándole paso al lobo. La habitación era un espacio reducido, con una cama decorada con una colcha roja como los ojos de los vampiros. Una diminuta ventana circular que le hizo pensar en la de un barco, un armario de roble y una silla situada en un rincón.

  —Veo que me han dejado la mejor habitación —bromeó—. Soy digno del trastero del palacio.

  —Puedo trasladar la cama a mi habitación, bueno no es una habitación como tal. Es simplemente mi espacio personal. Puede que sea tres veces más grande que esta.

  —No importa. Ellos no me tienen aquí como un invitado.

  —La idea de Aro era que yo fuese una especie de instructor para ti, lo que no sabían es que ibas a tener esa opinión de mí. Por eso estás más cerca de mi habitación —señaló el pasillo, hacia el principio.

  —La verdad es que es un alivio saber que estás por aquí cerca. Creo que tendré varios problemas con tu hermana ¿por qué has evitado su don? —Alec se encogió de hombros como si lo que hizo no tuviera importancia.

  —No me parecía justo que te hiciera pasar por ello. Es tarde, te dejo que duermas, en unas horas vas a estar muy ocupado.

  —Por supuesto. Gracias, Alec.

  El vampiro hizo un leve gesto con la cabeza, casi como si pudiera sentir vergüenza. Cuando cerró la puerta Jacob percibió que el pecho le oprimía haciendo que el aire le fuera insuficiente, sabía que sin pretenderlo Alec era un bálsamo para él. Allí en la soledad de su prisión odió por primera vez a Edward y Bella.

  Despertó sacudido por una pesadilla, el corazón iba a salirse del pecho y la respiración se aceleraba por segundos. Había soñado con el día de la boda, Edward le invitó para burlarse de su desgracia y para hacerle ver cuánto quería a Bella. Esta se reía como una loca desatada y Jacob, impulsado por su dolor, entró en fase pero no se lanzó contra ella. Aún así, Edward le atacó alegando estar defendiendo a su ya mujer. En el sueño Jacob pudo ver como su cuerpo lobuno caía de entre los brazos del vampiro, sin vida.

  Tardó un momento en recuperarse. Cuando lo hizo un suave golpe en la puerta le indicó la presencia de Alec en el umbral. El vampiro aguardaba esperando el permiso para entrar. Jacob se sentó en el borde y le hizo un gesto para que pasara.

  —¿Qué ocurre? —preguntó Alec tomando asiento a su lado, entonces Jacob se percató del plato que portaba en las manos.

  —Nada. Una pesadilla, ¿qué hora es?

  —Las nueve y cuarto. Aro te ha dejado dormir más porque te quiere con toda la energía posible —Jacob resopló, Alec le pasó el plato.

  —Come.

  El lobo estudió el contenido del que era su desayuno. Eran unos rollitos de masa rellenos de lo que le pareció queso entre otros. Elevó una ceja hacia Alec.

  El Guerrero de los Vulturis // ¿Jacob x Edward? //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora