Guerra Civil

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El salón de eventos se había convertido en uno de guerra. Después de que el heredero al trono no se presentó el día de la boda, los tiburones estaban furiosos. Sobre todo la reina Kiriko.

–Esto es algo inaceptable– su cabello rojo oscuro se movía de manera frenética por el desastre a su alrededor –¿Dónde está Kaoru?–preguntó a las que horas antes lo habían arreglado.

–Le prometemos que no tenemos idea, su majestad Kamata– chillaron al unísono.

–¡No es posible! ¿Cómo pudo desaparecer sin que nadie lo viera?– gritó.

Shadow bajó la mirada, intentando no ser notado.

–Di algo– gruñó a su hermano menor, Ainosuke.

El prometido de Kaoru tragó saliva y miró a su alrededor.

–¿Crees que esté bien?– le preguntó.

–¡Ugh! ¡Ten algo de carácter!– lo tomó por el brazo.

–Emm, su majestad Kamata– se acercó un peli celeste a ella –Le doy mis más sinceras disculpas. Le juro que mi hermano nunca...

La mujer lo cacheteó.

–Tu gente es asco, Langa Hasegawa. Desde tus padres impuros– lo tomó por el brazo y lo jaló.

–Enserio lo siento– se les cristalizaron los ojos –Estoy seguro que él nunca quiso despreciar a su majestad, el príncipe Ainosuke– lo miró.

–¿Dónde está tu hermano?– preguntó con agresividad,

–No lo sé, estoy tan preocupado como todos ustedes– respondió –La última vez que lo vi fue anoche. Dormí con él. Esta mañana me dejó una nota donde me decía que debía empezar a arreglar todo para la ceremonia–.

Otra discusión volvió a empezar. Esta vez más agresiva que antes.

Ainosuke trataba de no demostrar mucha molestia. Mientras que Langa aguantaba sus ganas de llorar.

–¡SILENCIO!– gritó Kiriko –La solución a este problema es sencillo– miró al tritón menor –Tú contraeras matrimonio con mi hermano– lo señaló.

–¿Q-qué? Pero...

–Es tu deber como príncipe ¿O acaso eres egoísta?– levantó una ceja.

Egoísmo. Uno de los peores insultos que se le podía hacer a un ser marino.

–No, no lo soy– aceptó su destino.

La puerta se abrió de golpe. Una joven sirena entró aterrada por ella.

–¡Piratas! ¡Muy cerca de aquí!– soltó.

Se hizo un silencio en el cuarto.

–¡El príncipe Kaoru salió por flores antes de la ceremonia!– mintió Shadow –Tal vez fue capturado–.

–¿Un secuestro?– susurró Langa –Eso debe ser ¡Hay que rescatarlo!–.

–¿Y arriesgar a nuestra gente? No lo creo– contestó Kiriko.

–Pero, hermana...

–Haré lo que es mejor para mi reino– anunció.

El peli celeste frunció el ceño –Entonces yo voy por él– la encaró.

–¿Qué estás loco?– lo miró –¿Qué no te das cuenta de que eres el único heredero que queda?–.

–No permitiré que mi hermano mayor corra el riesgo de ser vendido y sacrificado–.

–Yo iré con su majestad– se unió Shadow –Denos seis meses, por favor–.

El rostro de la sirena se tensó –Cinco meses, si no lo encuentran para ese entonces, Langa deberá contraer matrimonio con Ainosuke. De no ser así, será una guerra la que se originara– pronunció –¿Entendieron?–.

Ambos asintieron, para acto seguido salir del lugar.

Nadaron durante unos minutos.

Cuando estuvieron lo suficientemente alejados del salón de eventos, Langa fulminó a su compañero con la mirada.

–Dime la verdad ¿Kaoru escapó?–.

–No lo sé ¿De acuerdo?– respondió el guardia –Lo vi muy estresado y lo ayudé a salir del palacio para que se relajara un poco. Pero nunca creí que pudiera escapar– tragó saliva –Veo más factible lo de los piratas–.

–¿Crees que aún estemos a tiempo?–.

–Son humanos avaros, tardan tiempo en decidir quién es el mejor postor–.

–¿Cinco meses?–.

–Si tenemos suerte sí. Es un príncipe, siempre tendrán más valor– explicó –En todo caso, pedí ese tiempo por si sucede lo peor. Debemos tener un plan B-.

–¡No se te ocurra repetir eso!– gritó –Él estará bien–.

–Langa...

–No quiero escuchar peros–.

–Pero...

–Shadow, ya te dije que... ¿Shadow?– se giró –Shadow, esto no es gracioso ¿Dónde estás?–.

Había llegado a una cueva con cristales por todas partes. Solo podía ver su reflejo.

–¿Majestad?– lo escuchó –¿Langa?–.

–¡Shadow!– gritó.

–Gracias al cielo está bien–.

–¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?–.

–Lo empezó a jalar una corriente. Intente advertirlo, pero usted no me dejaba hablar–.

–Ugh genial– bufó –De acuerdo, intentaré salir de aquí. Sígueme hablando, por favor–.

–Oh, de acuerdo. Emm ¿Cómo está?–.

–Hambriento, estaba ansioso por comer ese pastel– hizo un puchero.

Soltó una carcajada.

–De acuerdo ¿Qué más? ¿Cuál es su mayor sueño?–.

–Comida infinita– sonrió.

–Langa, eres un príncipe, técnicamente la tienes–.

–Pero Kaoru nunca me deja– se quejó.

–Ok, entonces...

–¿Cuál es el tuyo?– lo interrumpió.

–¿Mi sueño?– arqueó una ceja –Quiero casarme. Encontrar una bella sirena y formar una familia– suspiró –Pero bueno, con este trabajo es complicado dedicarse a alguien– silencio –¿Majestad? ¡Langa!– gritó.

Pero no obtendría respuesta. Ya que su joven majestad se había noqueado por una roca y ahora estaba siendo arrastrado por la corriente.

El Rey TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora