¿Amigos Humanos?

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Los primeros días para el tritón en el mundo humano fueron difíciles. Por más que Joe lo sacara para que pudiera acostumbrarse y dejara de levantar sospechas a los demás habitantes, Kaoru no podía adaptarse a su nuevo estilo de vida. Se encontraba constantemente discutiendo con una nueva persona a donde fuera que iba.

Akiro los visitaba de vez en cuando, pero con el embarazo de su esposa cada vez le era más complicado.

En cierto punto. El peliverde se cansó de lidiar con las constantes quejas del contrario y ya no hacía más que dejarlo en la casa mientras él salía a ocuparse de las compras.

Y así acabó tirado horas y horas en uno de los sillones de la casa viendo el techo.

–¡Hola!– le saltó Miya encima.

Kaoru hizo una mueca –Hola, niño–.

–¿Quieres jugar a algo?– sonrió.

–Yo no hago esas cosas–.

–Vamos, será divertido– empezó a jalarlo por su falda.

–Ugh– giró los ojos –¿Qué quieres hacer?–.

El menor se emocionó y corrió a una caja con juguetes. De ella sacó una serie de instrumentos. Entre ellos, una flauta.

El tritón lo miró curioso.

Regó todo en el suelo.

–¿Tú cuál quieres?– le preguntó Miya.

–¿Perdón?–.

–Toda señorita debe saber tocar al menos uno de estos instrumentos– explicó –Mi mamá siempre me lo decía–.

–Oh claro– formó una sonrisa nerviosa. Miró todas sus opciones. Sabía tocar algunas cosas, pero seguramente no se escucharían igual en tierra que en mar. Tomó la flauta. Frunció el ceño –¿De qué está hecho esto?–.

–Madera, como todas las flautas ¿Por qué? ¿Está mal?– lo miró preocupado.

–Emm no– tragó saliva –¿Esto puede mojarse?–.

–Claro que no, es madera– respondió –Los americanos son raros– rio –Yo voy a tocar los tambores– dijo –¿Estás listo?–.

Soltó un pesado suspiro –Supongo–.

El niño comenzó a tocar con una sonrisa. Sonrisa que se borró al escuchar la flauta del tritón.

Kaoru también tenía una mueca enorme, no estaba acostumbrado a ser malo en algo.

–¡Ya llegué!– gritó Reki –Miya, te traje galletas– entró a la sala –Por cierto ¿Qué es lo que se escucha tan horrible?.

Soltó un gruñido –Sus instrumentos son tontos– se cruzó de brazos.

–Vaya, Joe no mentía al decir que los americanos son antipáticos– murmuró.

–¡No soy antipática!– gritó –Ustedes no tienen buen gusto, es diferente– hizo un puchero.

El pelirrojo lo observó un buen rato.

–¿Se te perdió algo?– preguntó Kaoru.

–Nada, solo estoy intentando algo que Joe me enseñó–.

–Si es un truco de ese pirata estúpido seguro no servirá de nada–.

–Eres de una familia adinerada ¿Verdad?–.

–¿¡Qué!? ¿C-cómo lo sabes?–.

–Por tu cutis perfecto y aires de superioridad– sonrió –Debías estar cansada de tu vida privilegiada. O tal vez un matrimonio arreglado. Por eso huiste. El hecho de que no te llevas para nada bien con Joe solo puede significar dos cosas, o niegas tus sentimientos por él o estabas realmente desesperada–.

–Es la segunda– soltó –¿Por qué sabes todo eso?–.

–Me enseñó el poder de la observación– fanfarroneó –Es divertido–.

El mayor bajó la mirada.

–Lamento si he sido irrespetuosa– suspiró –Pero corregiré tu teoría. Yo no buscaba huir de mi destino. Solo ser libre por al menos cinco minutos. Lo que sucedió después fue una serie de eventos que me alejaron de mi hogar– miró a la ventana –Oye ¿Me estás poniendo atención?– preguntó molesto mientras notaba que el chico no hacía más que rascarse.

Reki no respondió y solo se ponía más agresivo.

Miya se acercó a él y sacó algo que sobresalía del short del adolescente.

–Tenías un coral– rio.

El tritón abrió los ojos como platos y se acercó a ellos.

–¿Puedo quedarmelo?–.

–Si quieres– se lo dio el niño.

–¿Dónde están los cuchillos?– sonrió.

Los menores se miraron nerviosos.

Después de unas horas, Joe regresó a casa. Había tenido un largo día lidiando con negociadores y tripulantes que insistían en vender al tritón.

Escuchó música. Esbozó una sonrisa y fue a buscar a su hijo.

Su mandíbula cayó al encontrarlo divirtiéndose con Kaoru. Quien parecía estar tocando una flauta hecha de coral. Incluso Reki tocaba una guitarra.

–¡Papá!– le saltó el niño encima –Cherry es asombrosa–.

–¿Enserio?– arqueó el peliverde una ceja.

–Hizo una flauta con un simple coral ¡Nunca había visto algo como eso!– explicó Reki.

–Es un lindo instrumento, aunque solo funciona cuando está mojado– dijo el tritón.

Joe soltó una risita y se sentó a su lado –¿Quién lo diría? Tienes un talento–.

–Y eso que no he cantando– fanfarroneó.

–Sabes que eso saldría mal– susurró.

–Lo sé, pero nada con lo que un pirata medio sordo como tú no pueda lidiar– le lanzó una mirada burlona.

Reki los miró de manera coqueta.

–Oye, Miya ¿Qué te parece si damos un paseo por la playa?–.

–No lo creo– lo detuvo el peliverde –Ya es hora de que Miya vaya a dormir– cargó al niño –Y tú también deberías, Reki– empezó a subir las escaleras.

–Hazle caso– lo secundó Kaoru –Yo iré a darme un baño. Cuídate, niño– le dio la espalda.

–Me agradas– soltó de la nada.

El pelirrosa se paró en seco con un ligero sonrojo.

–El sentimiento es mutuo, Reki– subió la escaleras.

Sonrió y salió de la casa.

Aunque sabía que le dijeron que debía ir a casa, decidió dar un paseo por la playa antes.

Sin embargo, nunca esperó encontrarse con un tritón inconsciente en la costa.

El Rey TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora