El Segundo Tritón

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El pelirrojo se acercó con cautela. Temía hacer un paso en falso y lastimarlo.

Se sentó a su lado y admiró cada detalle de su rostro. Era bellísimo.

Tragó saliva y acarició su piel. Sin embargo, pudo notar que su cola estaba casi seca.

La criatura peli celeste movió su cabeza y entreabrió los ojos.

–Agua– masculló.

–¿Qué?– arqueó Reki una ceja.

–Ne-necesito agua– empezó a respirar de manera brusca.

–Ah agua– dijo -¡AGUA!– se apresuró a empujarlo de vuelta al mar. Pero el tritón era muy pesado –Diosito ¿Qué hago?– entró en pánico –¡Ya sé!–.

Tomó agua de mar y la metió en su boca. Procedió a darle respiración boca a boca al peli celeste.

Este abrió los ojos como platos y se incorporó en cuanto se separaron.

–Me salvaste, gracias– le sonrió.

–No hay de qué– respondió el humano mientras hacía una mueca –¡PUAJ! Esa agua sabe horrible– escupió.

–¿Cómo te llamas?– ladeó ligeramente la cabeza.

–Soy Reki– se presentó con una enorme sonrisa –¿Y tú?–.

–Yo... puede que suene raro, pero no lo recuerdo– murmuró.

–¿Uh?– se acercó a él y empezó examinarlo –Parece que tienes un chipotote– rio –Seguro te golpeaste con algo. Y a juzgar por el tamaño de esta cosa es un milagro que sigas con vida–.

El tritón se sonrojó por la cercanía del humano. Sin embargo, una parte de él quisiera que se quedara así.

–Deberías irte ahora que nadie te está viendo. Este lugar no recibe muy bien a tu especie– bajó la mirada.

–¿Pero a dónde debo ir?– se hizo bolita –Enserio no puedo recordar nada–.

El pelirrojo se le quedó viendo un largo rato hasta que se levantó de un salto.

–¡HAY QUE IR CON OKA!– propuso.

–¿Oka?– arqueó una ceja.

–Sí, es algo así como un brujo ¡Seguro nos ayuda! Es amigo mío– se rascó la mejilla –Aunque el viaje es de una semana a pie. Y debo cuidar a Miya por las mañanas–.

–Tal vez nadando sea más rápido– mencionó para después mirar a Reki. Lo tomó por sus mejillas y plantó un beso en sus labios.

El rostro del chico tomó en poco tiempo el mismo color que su cabello.

–¿¡Qué haces!?– lo separó.

–Es para que puedas respirar bajo el agua– lo miró con inocencia.

–¿Un beso?–.

–Es nuestra única manera de pasar algunas de nuestra habilidades a los humanos– tomó su mano –Entonces ¿Vienes conmigo?–.

El humano miró hacia los lados –¿Seguro que no me pasará nada?–.

–Lo prometo en nombre de la diosa marina– notó cómo el pelirrojo aún dudaba –Oye, puedes confiar en mí, enserio– apretó su mano.

Reki se sonrojó –No sé porqué, pero lo hago– entró al mar.

El tritón movió su aleta para demostrar su felicidad y se lanzó al agua.

–Abrázate a mi torso– ordenó.

Obedeció y se pusieron en marcha.

No tardó mucho tiempo en que Reki quedará maravillado por la belleza debajo del agua. Aunque debía aceptar que esta no se acercaba ni un poco a la que su compañero irradiaba,

En cuestión de minutos lograron llegar con el brujo.

Oka quedó impresionado al ver al tritón y lo ayudó recordándole quien era.

–Ya veo– susurró el chico –Entonces soy un príncipe– miró al hombre.

–Así es– respondió –Langa Hasegawa, príncipe menor del mar mediterraneo. El clan de sirenas y tritones–.

–Langa– murmuró Reki –Que bonito nombre–.

–¡Ahora recuerdo! Estoy buscando a alguien. Aunque no recuerdo a quien– hizo un pequeño puchero.

El menor miró el cielo estrellado fuera de la cueva –Ya es algo tarde– dijo –Creo que deberíamos irnos–.

–¿Planeas llevártelo así?– le lanzó Oka una mirada burlona –A Sia la Luce, donde habitan la mayor parte de los piratas–.

–Bueno ¿Y qué otra idea tienes?– frunció el ceño –Ni modo que pueda disfrazarlo... Espera un momento ¿¡CREES QUE PUEDAS DARLE PIERNAS!?– se emocionó.

–¿Uh? Emm yo...

–Eso sería asombroso– sonrió Langa –Aprender sobre los humanos suena divertido–.

–Puedes hacerlo ¿No, Oka?–.

Ambos pusieron cara de súplica.

El castaño soltó un pesado suspiro.

–Tienen suerte de que conseguí nuevo ADN hace poco– respondió para luego soltar una risita –Vaya, si tuviera una moneda por cada persona que viene a pedirme que le ponga piernas a un tritón, tendría dos monedas. Lo cual no es mucho, pero es raro que haya pasado dos veces– lanzó los ingredientes al caldero.

Al cabo de un rato, lo roció sobre la cola de Langa. La cual se transformó en un par de piernas masculinas.

El ahora humano las admiró con detenimiento.

–Son hermosas– soltó –Gracias–.

–¿Tienes ropa para prestarle?– preguntó Reki –Si lo llevo desnudo mi madre y hermanas tendrán muchas preguntas para hacerme–.

El hombre asintió y ambos lo ayudaron a vestirse.

Para poder volver rápido al pueblo, Oka les mostró un atajo conectado a su cueva por el que podrían llegar al pueblo en menos de quince minutos.

Ambos agradecieron y se despidieron.

Nunca imaginarían la aventura que les esperaba.

El Rey TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora