Invasión

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¿Huir o quedarse? ¿Amar o reinar? Ese era el dilema.

Kojiro no tardó en darse cuenta de el ansioso comportamiento de su compañero. Incluso Miya, siendo un niño de ocho años, notaba que no todo estaba bien. Sin embargo, Kaoru nunca les decía nada.

Ya habían pasado tres días desde la fiesta. Y no cabían dudas de que la casa había cambiado.

Primero que todo, el tritón le dijo toda la verdad al pirata. Aunque este ya sabía, le dolió el que se lo haya dicho tan tarde. De todas maneras lo abrazó y se disculparon por todo lo que se habían dicho en el pasado. También le reveló ser hermano mayor de Langa. Cosa que sí tomó a Kojiro por sorpresa, pero se aliviaba al saber que su rareza era por ser de otra especie y no por ser un tonto.

–Cariño ¿Podemos hablar?– lo abrazó por la cintura.

El pelirrosa soltó un pesado suspiro –¿Sobre qué?–.

–Me duele verte así– dijo –Dime ¿Qué más me estás ocultando?–.

–¿Qué no confías en mí?–.

–Kaoru– lo volteó para poder ver sus ojos –Sé tu secreto, si lo que necesitas es volver al mar por mí no hay problema– sonrió –Soy un pirata, podré seguir viéndote. Y si Oka te dio piernas seguramente podría darnos a Miya y a mí una cola–.

–¿Qué?– frunció el ceño.

–Lo estuve pensando, incluso lo hablé con Miya. Ambos estamos dispuestos a ir contigo y formar nuestra familia en tu reino ¿No sería eso ideal?–.

-Kojiro– se le cristalizaron los ojos -Yo...

–No tienes que preocuparte por que abandonemos algo–.

–No es eso, solo que...

–¡Podríamos tener nuestra huerta! Dijiste que los granjeros son bien valorados ahí–.

–¡ESTOY COMPROMETIDO!– gritó.

El peliverde se quedó helado.

–¿Recuerdas el día que nos conocimos? Mencioné una boda–.

–Lo había olvidado– murmuró –Entonces, si nos mudáramos ¿No podría salir contigo?-.

–Ni siquiera vivir en el palacio– resbaló una lágrima por su mejilla –¿Ahora entiendes mi problema? No quiero dejarlos– chilló –Los amo, a ti y a Miya–.

Lo abrazó con fuerza –Podemos encontrar una solución. Tal vez si tu prometido se da cuenta de nuestro amor pueda cambiar de opinión–.

–El problema no es él– tragó saliva –Se trata de su hermana– sintió un escalofrío –Kiriko Kamata, reina de los tiburones–.

–¿Tiburones?– arqueó una ceja.

–Después de que empezara la guerra con ustedes, los marinos nos dividimos en siete reinos. Lo que ustedes conocen como los siete mares. El mío es el mar mediterraneo y el de los tiburones el mar rojo. Desde mi nacimiento, mis padres y los de Ainosuke planeaban unirlos y hacer un reino más poderoso– explicó –Cada mar tiene diferentes tipos de tritones y sirenas. Nosotros somos conocidos como los clásicos. Ya que los primeros especímenes tenían cola como la que yo tenía. Sin embargo, fuimos evolucionando a diferentes tipos. Los clásicos, tiburones, camarones, pulpos, delfines, los de las profundidades y los hipocampos–.

–Wow– soltó –Nunca pensé que hubiera más de uno–.

–Debemos ser un secreto– respondió –O al menos eso intentamos–.

–¿Por qué le temes a Kiriko?–.

–Es despiadada y avara. Si las cosas no salen como ella quiere... Odiaría pensar que podría pasar– se sentó y abrazó a él mismo –Kojiro, Langa jura que nadie más que él me ha buscado desde mi desaparición, pero no estoy muy seguro–.

–¿Por qué?–.

–El otro día en la playa ¿Recuerdas que encontré una escama negra?–.

–Así es–.

–Era de Tadashi Kikuchi, tritón de la profundidad conocido por ser el mayordomo de la familia de los tiburones– frunció el ceño –Su reino está muy lejos de aquí, que esa escama haya llegado a la playa no puede significar nada bueno–.

–¿Cómo puedo ayudarte?–.

–No lo sabré hasta que encuentre una respuesta sobre que debo hacer–.

–De acuerdo– apretó su mano –Kaoru Sakurayashiki, quiero casarme contigo– se hincó –Tal vez aún no tenga el dinero para comprarte un anillo, pero te hago una promesa. Mi amor por ti será eterno, no importa que pase. Incluso si llega a haber una guerra, yo lucharé por ti–.

–¿Pero qué tonterías dices?– rio –Te encanta el drama– lo besó.

–¿Entonces es un no?– hizo un puchero.

–Casarme contigo es un sueño que en estos momentos es imposible, pero sabes que quiero hacerlo. Quiero vivir contigo y con Miya y no dejarlos nunca–.

–Vamos a poder– besó su mano –Ya verás–.

–¡Cherry! ¡Papá! Hice un dibujo– llegó Miya corriendo.

–Oh que lindo, cariño– lo tomó Cherry.

Los siguiente días pasaron con tranquilidad. Todo cambió cuando llegó Oka corriendo.

–¡Su majestad! Tenemos un problema– se acercó a Kaoru.

–¿Qué sucede?–.

–Los tiburones, han llegado–.

–¿A mi reino?– preguntó alarmado.

–Peor, al puerto–.

El Rey TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora