–¿Planeas tocar?– preguntó Kaoru.
Llevaban quince minutos frente a la casa. Kojiro se había quedado con la mano congelada a pocos centímetros de tocar.
El pelirrosa giró los ojos, lo empujó y tocó él.
Abrió una mujer delgada con unos bellísimos rizos cafés como cabellera. Sin embargo, sus ojos verdes eran lo que más destacaba de ella.
–¿Se le ofrece algo?– preguntó.
–Sí, disculpe, yo me preguntaba si...
–Espera ¿Tú no eres la chica nueva del pueblo?–.
–Emm sí, lo soy, pero no vine por eso...
–Ugh, Dios santo ¿Kojiro te envió?–.
–Sí y no. Lo que quería saber era...
–Dile a ese idiota que no le funcionó su jueguito de querer darme celos contigo, linda–.
–¿Celos conmi... ¿¡Tú eres la ex esposa!? Dios, eres preciosa– soltó.
La mujer arqueó una ceja confundida.
–Akemi– se asomó un asustado peliverde.
–Oh, también viniste‐ gruñó.
–Y-yo quería saber si...
–¿Si volveré contigo? No gracias–.
–Oye, ya bájate de tu coral ¿Quieres?– dijo Kaoru molestó –Estamos buscando a Miya ¿Está aquí o no?–.
La mujer se mostró ofendida. Sin embargo, los invitó a pasar de mala gana.
Se asomaron a la sala, donde el niño estaba coloreando con unos crayones.
–¡Miya!– corrieron ambos hacia él.
–¿Papá? ¿Cherry?– los miró.
–Diosa mía, nunca vuelvas a irte así– lo abrazó el tritón –¿¡En qué estabas pensando!?– gritó –Tu padre y yo estábamos muy preocupados. Gracias al cielo que estás bien, cariño– lo apretó.
–Miya ¿Por qué hiciste eso?– se sentó Joe a su lado.
El niño frunció el ceño mientras hacía un puchero.
–Por que prefiero vivir aquí a que se repita la historia– respondió.
–¿Qué?– arqueó su padre una ceja.
–No me importa si no soy querido aquí. Prefiero solo vivir un abandono–.
El tritón se asomó al dibujo del niño.
Miya estaba en medio llorando. Parecía estar sobre un puerto. Kojiro estaba a la izquierda en un barco alejándose. Y Kaoru a su derecha nadando en dirección contraria a la del menor.
–Cariño– se llevó la mano al pecho –Perdón si te hice creer que te abandonaría. Jamás te haría eso–.
–¿Entonces por qué me lo dijiste?– preguntó a la defensiva.
Soltó un suspiro –No lo pensé bien–.
–Miya, Cherry y yo estuvimos hablando. Estamos buscando mejorar nuestra relación– se mordió el labio –Y, si lo que quieres es quedarte con él mientras yo esté en el mar, podemos llegar a un acuerdo–.
La mujer los observaba a sus espaldas con brazos cruzados.
–¿Me lo vas a quitar?–.
El peliverde gruñó –Akemi, ahora no–.
–Es lo que harás ¿No?–.
–Cherry– miró al pelirrosa.
Este asintió y sacó al pequeño al patio.
–Tú nunca te encargaste de él–.
–Y tú nunca te encargaste de mí– se acercó a él.
–No me vengas con eso– giró los ojos –Jamás les faltó dinero. Así que esa no es excusa de tu negligencia–.
–¡ESTÁS EXAGERANDO OTRA VEZ!–.
–¡LO ENCONTRÉ SUCIO Y ENFERMO! Su piel estaba azul– se le cristalizaron los ojos –¿Y tú dónde estabas?–.
–Kojiro...
–Besuqueándote con un idiota en un bar– la encaró.
–¿Vas a volver a lamentarte por eso?–.
–Pudo haber muerto, Akemi. Tu propio hijo. Y no te importó–.
–¡Él quiere estar conmigo!–.
–Por que no recuerda lo que pasó– tomó su mano –Akemi, por favor, ve dentro del corazón que se que tienes y déjalo venir conmigo–.
La mujer se zafó.
–Haz lo que quieras– se cruzó de brazos.
El hombre miró a su alrededor por primera vez desde que llegó . La casa era un completo desastre. Por todo el piso estaban regados pañuelos con restos de maquillaje.
La habían dejado.
–Si alguna vez necesitas algo, como techo o dinero, puedes venir con nosotros–.
–No regresaré contigo–.
–No espero eso– rio –Me agrade o no, mi corazón ya fue robado por alguien más– miró al pelirrosa con su hijo por la ventana.
A pesar de lo que Kaoru le dijo, no le creyó nada. Ese beso fue para confirmar que no era solo atracción física la que sentía por él. Su corazón latió como solo lo había hecho una vez antes. La adivina no se había equivocado, como siempre. Y si su hijo lo aceptaba ¿Qué más podía pedir?
–Me llevaré a mi hijo– le dio la espalda –Además, le debo un pay de manzana– le guiñó un ojo.
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El Rey Tritón
FanfictionLos humanos son egoístas por naturaleza. Eso era algo en lo que todos los seres estaban de acuerdo. Sin embargo, la mayoría había aprendido a vivir a su alrededor. Siendo los marinos los únicos que nunca se animaron en convivir con ellos. Y así ganá...