Pepinillos

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Se encontró con esos ojos que le habían ignorado; Edgar.

Quienes de nueva cuenta le ignoraron, concentrándose en la señora que tenía adelante. Sin embargo, no podía evitar llevar ña mirada a esos pequeños ojos que le miraban aún del otro lado.
Una vez despidiéndose de la simpática señora, el Yelo atinó acercarse. Y ahora no tenía salida.

-Hola -la mirada fuerte del Edgar le pesaba, más aun si no decía palabra alguna-, eh... ¿Me dai un cuarto de pepinillos?

Lo weno de haberle sobrao plata.

-S-sí, altiro.
Cálmate de nuevo Edgar weón.

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-¿Y eso?

-Pepinillos.

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