Dale conchudo

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Pa la clase de filosofía -la última hora- juro que estaba casi la mitad del curso apenas despierto. El profe era latero y pa má' aweonao.

-Me cae mal el profe oh -el susurro en el oído para el Edgar pasó desapercibido a la perfección.

-Me la suda el viejo conshetuma-

-Edgar, fuera. -la conchelalora.

-P...pero pro-fe -mal momento para tartamudear, maaal momento.

-¿No escuchó? Lo quiero afuera, ahora.

Sus cejas suplicando clemencia no funcionaron, ni tampoco sus ojos cristalinos.

Refunfuñando qué se vaya a la mieerda guardó sus cosas -bajo la atenta mirada de todos- y se puso la mochila en un solo hombro.

Se levantó de la silla y el Nico se burló y susurro aweonaaao.

-Nicolás, usted igual.

-KHÉ. PERO SI NO HICE NADA

●•●

-Viste lo que hací. Por tu culpa.

-Qué yo. Voh empezaste.

Ahí, echados en el pasto al frente del kiosko no iban a solucionar nada viendo quien tenía la culpa. Fue el Edgar.

-Ah, pico. Igual me estaba aburriendo.

-Yo igual. -dijo el Edgar mientras copiaba a su amigo y se recostaba-. Toy cansao, no quiero ir pal vivero.

El momento perfecto.

-¿Por qué? -por suerte su tono sugestivo no fue percibido por Edgar.

-Porque sí... toy cansao po.

-Y no será por-

-Hola.

Ambos, abriendo sus ojos -quedando cegados por el sol al unísono- se encontraron con dos figuras recién llegadas.

-Por qué no están en clases. -y por supuesto, el Jaime, ah, y el Yelo.

-¿Y voh? -sin quedarse atrás, Nicolás se sentó y le tiró la choreá' al Jaime. En cambio, el aire era menos tenso, a como cuando ni se hablaban y era como que el cielo hervía y los ángeles caían asao'os.

-Nah po. Terminamos la prueba y nos dejaron salir. Ahora contesta culiao.

-Ay la weona inteligente. Nos echaron.

-Aweonao -sin poder soportar soltó una risita que solo pudo provocar al Nico. Muy bueno se creerá el maraco.

-Hola Edgar.

La voz más sutil del Manuel sacó a todos de si. Su atención solo centrada en él, el Edgar.

-Ah, hola.

WEÓN, EL EDGAR FUE INDIFERENTE.

La mirada confusa del Nico no tardó en llegar y el Jaime que no cachaba ni una, se sentó al la'o de este. Weona, qué brutal.

-Ah, oye-

-Me tengo que ir, voy al baño. Al tiro vuelvo.

Y de una, el Edgar salió hecho un peo de nue'o.

-Síguelo.

TA BRIGIDA LA WÁ

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