Capítulo 18.

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¿Qué queda del todo cuando se transforma lentamente en su antónimo la nada? ¿Seremos capaces de crecer y superar aquello que nunca quisimos dejar ir? Kim Woojin, podía aún sentir con gentileza todas y cada una de las letras de su nombre, nueve letras, dos palabras, un mismo sentimiento aterrorizante y confuso.

Mucho escuché mencionar a lo largo de los años sobre las etapas de un duelo. Negación, ira, negociación, depresión y por último por aquel fugaz y maravilloso instante la aceptación completa de que nada cambiaría y lo mejor era soltarlo; dejar volar y así como él,  yo también podría ser libre.

No tengo idea de dónde estoy ahora o hacia donde voy. Solo sé que el vacío me invade por completo el pecho y el dolor me golpea la cabeza tan fuerte que puedo escuchar mi propio eco. Mientras me ahogo intentando tragar por completo y sin masticar las palabras que no dije, los abrazos que no le di, los besos que nos faltaron, los momentos que nos dimos, las caricias que ya no podré darle, su amor que no es mío, y el mío que sigue siendo suyo; tan suyo que duele el alma.

Lo amaba, tanto y tan fuerte que cualquiera que hoy me viera a los ojos, sabría que estaba roto, entumecido, dolido, atado al sentimiento de pérdida que me negué a asimilar durante años y que en menos de una semana me habrían obligado a aceptar. Las lágrimas me recorrían el rostro mojandome incluso más que el agua de la ducha tibia cayendo por mi cuerpo desnudo.

Quizá...

Solo quizá nací para hacer feliz a mucha gente pero cambio yo nunca sería feliz.

[...]


—¿Deberíamos entrar?— Félix preguntó con un poco de desespero en su mirada.

—No lo creo...— Changbin habló mientras examinaba la puerta de forma cautelosa imaginando mil y un escenarios en los que el encuentro de Chan con Woojin pudo terminar de esta manera, con él aislado y vulnerable.

—Es un idiota —. La voz molesta de Minho resono por el pasillo.

—No sabemos que pasó no puedes asumir que es un idiota—. Han intentó calmarlo con su voz dulcificada intentando justificar a su mayor.

—¿Dudas que no fue un idiota?— El fastidio en la voz de el amante de los gatos era notable. —Tenemos a Chan llorando, otra vez. Tenemos un corazón roto, otra vez. Tenemos un maldito tipo que consideramos familia viviendo su vida tranquilo mientras Chan parece que se muere, ¡Otra vez Han!— Gritó tan frustrado que parecía que las venas de su cuello iban a estallar en cualquier momento.

—¿Y quién crees que es más idiota, Minho? ¿Nosotros que aguardamos pacientemente por su regreso como completos imbéciles o él que aceptó que nunca volvería y vivió su vida? ¡No puedes culparlo!— Han gritó bajo la mirada de todos los presentes. —Nosotros somos los verdaderos idiotas, albergando una esperanza estúpida; incluso tú querías que volviera—.

—¡Deja de hablar por mi como si realmente me conocieras!— Cuando la frase abandonó por completo sus labios Lee Know sintió terror al ver la mirada de su pareja. —Han-ah...— Intentó justificarse.

Han lo observó en silencio con una mirada dolida y sus ojos levemente rojos de una mezcla de tristeza y rabia. Sin decir una sola palabra se dio la vuelta y se fue hacia la habitación que compartían.  Lee Know se pasó la mano por los cabellos en un gesto de desesperación bajo la atenta mirada de los demás.

—No puedo seguir con esto—. Tomó las llaves del apartamento con rabia. —Si ese idiota no va a escuchar a Chan va a tener que escuchar las cosas poco agradables que tengo que decir—. Avanzó completamente decidido hacia la puerta.

—Hyung—. La voz entrecortada de Jeongin lo detuvo. —Ya basta, por favor; ya no puedo soportar todo esto... Dejemos que Woojin Hyung se vaya—. Un sollozo abandonó los labios del menor que intentaba retener las lágrimas. —Ya no quiero seguir viendo como cada uno de nosotros se destruye. Por favor, se acabó... Vamonos a casa.

Lo siento Chris. (Woochan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora