Capítulo 6.

440 64 29
                                    

Me dispuse a entrar a la instalación, con el corazón en la garganta y un nudo de emociones en la cabeza que amenazaba con no dejarme pronunciar siquiera una palabra. Me concentré unos instantes y repetí mentalmente lo que diría al verlo, suspiré una, dos y tres veces. Queriendo dejar salir el aire que parecía seguir retenido en mis pulmones.

Esa sensación de ahogamiento y nervios que sientes cuando estás a punto de saber algo importante. Empujé la puerta de cristal para encontrarme con un establecimiento de rasgos rústicos, me encaminé al recibidor donde descansaba una mujer de mediana edad mientras daba vueltas en su silla, contuve la risa ante la escena.

—Eh, disculpe—. La mujer se detuvo de golpe para mirarme y al hacerlo casi estampa su cara contra el suelo.

—Ah, sí, sí, buenos días, ¿Deseaba algo? — Asentí.

—Kim Woojin, quiero verlo —. Ella aclaró su garganta.

—Lamento informarle que el señor Kim ha tomado unos días libres por razones personales, puede buscarlo dentro de una semana—. Informó para llevar su vista a un ordenador y teclear algunas palabras sin sentido.

—No lo entiende, necesito verlo hoy—.

—Me temo que eso no será posible, ¿Señor?—

—Bang, señor Bang—.

—Bueno, le informaré de su visita hoy mismo, señor Bang—. Sentí el pánico hacer presa de todo mi cuerpo.

—No, no, por favor—. Me acerqué al mostrador — Debe haber algo que yo pueda hacer para saber su dirección —. Dije discretamente extendiendo unos cuantos billetes por encima del mostrador.

—Señor Bang, el señor Kim es muy receloso con su vida privada y en esta institución luchamos por mantenerla así... Privada—.

—Le suplico que por favor haga una excepción, necesito hablar con él, es urgente—.

—Las opciones son claras señor Bang, pase una linda tarde—. Dijo y se dio la vuelta.

Derrotado me dirigí a la salida, cuando estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta una voz me detuvo.

—¡Señor Bang!— voltee para encontrar a la misma mujer con cara un poco descompuesta.

—¿Sí?— respondí con un deje de esperanza que amenazaba con romperme el pecho, me acerqué al mostrador de nuevo.

—Bang Chan, usted es Bang Chan, miembro activo de Stray Kids—. Dijo susurrando como si confesara algún pecado imperdonable.

—Está usted en lo correcto, soy Bang Chan de Stray Kids—. Alzó la ceja y me miró por sobre el marco de sus anteojos.

—Voy a ofrecerle un trato—. Dijo y se levantó para hacerme señas y guiarme a un armario repleto de escobas.

—Voy a darle la dirección del Señor Kim pero antes quiero una serie de cosas a cambio—. Asentí.

—Ah, claro —. Dije mientras buscaba mi billetera en mis pantalones.

—Oh, no, nada de eso—. Dijo batiendo sus manos al aire. —Quiero un autógrafo, mi hija es una gran fan suya, desea asistir a un concierto pero por mis posibilidades y mi trabajo no puedo pagar un buen lugar—.

—¿Eso es todo? — dije sorprendido de la pequeñez del favor.

—Es todo—. Asintió.

Le entregué una serie de contactos en la compañía de skz, para que su hija recibiera toda la mercancía relacionada a nosotros completamente gratis, además de unos boletos VIP para ella y sus amigos a un nuevo concierto.

Y a cambio ella me entregó un papel arrugado con unos garabatos apenas entendibles donde se encontraba la dirección de Woojin. Me explicó brevemente como muchos reporteros buscaban a Woo a menudo y que por tal razón su dirección y teléfono eran privados, en  una carpeta a la que solo ella tenía acceso.

—Esto nunca pasó, señor Bang—. Dijo saliendo del armario con completa cautela para dirigirse a su asiento habitual y seguir dando vueltas en la silla.

Salí unos minutos después sin poder creer el precio tan sencillo y poco usual. No me despedí ni siquiera con la mirada para que absolutamente nadie sospechara lo que acababa de ocurrir  ahí.

[...]

Observé el taxi retirarse mientras inspeccionaba este nuevo edificio, no era especialmente lujoso pero tampoco era lo que alguien llamaría barato, simplemente un edificio de unos cuantos pisos. Entré para dirigirme directo al ascensor e inspeccionar sus botones para asegurarme que estaba yendo hacia el lugar correcto.

Las mismas emociones me golpearon, por un momento me cuestioné si esto era o no lo correcto.

¿Y si Woojin quería no ser encontrado?

Sacudí la cabeza para alejar todo tipo de pensamientos referentes a eso, por primera vez sería la persona más egoísta del universo, en lugar de preocuparme por el sentir ajeno... Necesitaba saciar mi curiosidad.

Necesitaba verlo.

Tanto tiempo pasó que al fin llegué al sexto piso, siendo este el último. El apartamento número 41 me saludó al final del pasillo. Sentí el caminar hacia el casi... Eterno.

Toqué tres veces con mi puño cerrado, los segundos pasaron y no obtuve respuesta. Toqué tres veces más, y en esa ocasión pude escuchar un pequeño revuelo tras la puerta.

—No puedo recogerla ahora mismo, Jyo, ¿Podrías traerla tu a casa? Por favor, si, te debo una—.

Sin pensarlo dos veces, la puerta se abrió de golpe mostrando a un Kim Woojin con los cabellos enredados camiseta y pantalones de chándal, sin una gota de maquillaje, descalzo y con el teléfono aún pegado a su oreja derecha. 

Tan natural y hermoso como nunca creí volver a verlo... Me miró por unos instantes en los que me mantuve en silencio y no necesariamente por voluntad propia, no podía siquiera pronunciar una palabra.

Escuché una voz femenina proveniente del aparato que próximamente se quedó en silencio, probablemente haya colgado al no obtener respuesta.

—Hola—. Alcancé a pronunciar, él seguía sin poder siquiera decir algo o parpadear tan petrificado como yo cuando vi aquel vídeo donde él aparecía.

—Chris—. Fue lo único que pronunció para luego cerrar de golpe la puerta.

Quizá nunca debí volver a su vida.

Lo siento Chris. (Woochan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora