Veintitrés

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Tal y como lo prometió, ninguno de nuestros siguientes encuentros paso algo similar. Las cesiones de besos continuaban, pero él siempre se detenía a tiempo. Me respetaba mucho porque “él me quería. Era lo más bonito de su vida y por eso debía cuidarme.” Eso decía él y solo me llenaba de desesperación.

No quería que me respetara, no quería que me siguiera amando ni que me tratará bien. Jimin era un idiota que no se daba cuenta de nada, pero yo era la más idiota de ambos porque a pesar de estar consciente del peligroso camino que estábamos recorriendo, no hacía nada para evitar nuestra eminente destrucción.

Porque no quería romper su corazón después de ilusionarlo tanto. No quería destrozarlo con la cruel verdad de que en realidad nunca lo ame y que quizás no llegaría a amarlo. Sobre todo, no quería que me odiara y se alejara de mí y perderlo.

Sin embargo, haberle roto el corazón con aquella verdad hubiera sido lo ideal que haberlo destruido de la forma en que lo hice.

SIN GRACIA • Park Jimin  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora