Idiotez

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Mirar a Marinette irse rodeada por sus amigas, hacía sentir a Adrien tranquilo.

Después de mucho tiempo, Agreste respiró hondo y caminó con tranquilidad por el pasillo, esperando encontrar a su mejor amigo en el camino.

Fue de la nada como sus ojos vieron llegar en parvada a un grupo de chicos conocidos, que aunque no eran de su total agrado, siempre se habían portado bien con él. 

Inevitablemente se le acercaron y lo rodearon amistosos, saludando él cordialmente.

-Hola chicos, ¿Qué hacen?

Tras la pregunta, uno de ellos se puso a su par y con una sonrisa un tanto altanera, habló.

-Oh, estaba contando la anécdota de cuando baile con Marinette. Fue tan mágico.

Los ojos del Agreste se abrieron con enojo, siendo interpretado por los presentes como sorpresa.

-¡¿Qué? ¿Cuándo, cómo y dónde?!

Preguntó casi lanzando fuego por sus verdes, observando como el contrario bajaba la mirada con nerviosismo.

-Fue... fue en un baile, en un baile de graduación. En el kinder.

Risas de fondo y un sentimiento agridulce era lo que el rubio estaba experimentado en ese momento

¡Él quería ser el único con quien ella bailara! Aunque, talvez tenía que considerar que la ojiazul tenía 4 años de edad en ese entonces.

Sus celosos pensamientos fueron abatidos por el toque de su hombro, proveniente de uno de los chicos que lo palmeaba con ánimo.

-Ya enserio, ¿saben todos los beneficios de llegar a besar a Marinette?

Él quiso huir de ese lugar al escuchar aquello, pero cuando se dio cuenta, estaba atrapado. ¡No había escapatoria!

-Empezare con esto. Si besas a Marinette, automáticamente tienes una novia linda. ¿Saben las ventajas de eso? Además serías la envidia de todos y... blah blah blah.

Solo esperaba que la idiotez no se contagiaran con tanta facilidad.
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Había intentado que aquella información no entrara a su cerebro pero había fallado. ¡Esos chicos realmente le habían cambiado su mentalidad en pocos minutos! Además sin ellos proponérselo, le ayudaron a darse cuenta que siempre había querido hacer algo.

¡Besar a Marinette!

Finalmente una figura tapada hasta la cabeza con una cobija, iba entrando al salón desolado donde el Agreste se encontraba pensando, quitando la tela de encima de la persona y dejando ver a Marinette.

-Hola Adrien, mira, te traje un croissant.

Ella le mostró el pan y este se levantó de su asiento, pero en lugar de tomarlo, este se acercó demasiado a su rostro, haciéndola retroceder inconscientemente.

Siempre invadía su espacio personal, pero esa ocasión se sentía más extraño de lo normal.

-¿Estás bien?

Este en cambio se acercó aún más y ella entendido todo con decepción. Otro chico más que quería besarla.

-¿Qué te sucede? Creí que tu no estabas interesado.

Y lo empujó suavemente mientras ella corría al otro lado del salón, sintiendo un sentimiento de incomodidad dentro de sí.

Por supuesto que quería besarlo, pero no quería que fuera tan frio. Ni siquiera la había mirado a los ojos o le había dicho algo lindo.

Eso no era como en sus sueños lo había imaginado. Quería sentirse querida cuando fuera besada, no como un trofeo.

Agreste nuevamente se acercó a ella y tomó sus mejillas con sus dos manos, apretandolas levemente y haciendo que gracias a ello sus labios se saltarán un poco.

Ella lo miró con tristeza, sintiéndose levemente traicionada. ¿Por qué no podía decirle que no, cuando claramente no quería que su primer beso con él fuera de esa manera?

De la nada algo parecido al coraje la ayudó a salir de ese trance, donde quitó las manos del Agreste de su rostro y habló.

-Bien, anda, bésame y acaba con mi sufrimiento de una buena vez. ¡Daremos nuestro primer beso sin amor y solo porque decidiste hacerle caso a esos chicos descerebrados!

Él finalmente despegó su vista de sus labios para ver sus azules ojos mirarlo con tristeza total.

¡¿Qué estaba haciendo?!

Él separó su rostro de ella y bajó la cabeza mientras la tomaba de los hombros.

-Marinette, enserio perdóname, debí comportarme como tu amigo, protegerte. Te lo prometí, y hoy casi... perdón.

Algunos segundos pasaron y ella relajó su ceño, abriendo sus brazos y llamándolo a un abrazo, al cual él rápidamente se unió.

-Somos adolescentes, Adrien, no podemos actuar perfectos siempre, alguna vez haremos cosas incorrectas. Es normal dejarse influenciar por los demás, solo tenemos 15 años, tenemos un rango de idiotez permitida.

Le dijo en el abrazo mientras él hundía su cara en su cuello, sintiendo una calidez enorme que hacía mucho tiempo no sentía.

-No sabes lo mal que me siento. De todas las personas, tú eres a quien menos quisiera lastimar. Podría lastimarme a mi mismo, pero a ti jamás. No tienes idea de lo importante que eres para mí.

Ella al escucharlo se separó del abrazo para mirarlo a los ojos, mirando como él le dedicaba una mirada totalmente enamorada. Ambos sintieron las mariposas en sus estómagos llegar, mientras sentían como sus ojos se cerraban y sus rostros se acercaban.

-Marinette, tengo que confesar que te am...

-Ni se te ocurra Agreste.

Los dos chicos se separaron de golpe y abrieron sus ojos bruscamente, no llegando siquiera a juntar sus labios. Giraron a su costado y encontraron a una masa de chicos mirando aquello con coraje.

Continuara...

Bien, las actualizaciones van a ir más lentas, pero al menos están seguras. Ya entré a lo difícil a nivel estudiantil, pero no me gustaría dejar de escribir.

En fin, disfruten.

Pureza LabialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora