Maldición

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-¡Boo!

Escuchó la chica a su espada, girando y mirándo al transformado héroe tras de ella acuclillado a su altura, sonriendo como un niño pequeño haciendo una travesura.

-Por un momento creí que te habías ido.

Le dijo Marinette con una sonrisa extasiada, mirándole acercar.

-No me puedo ir sin antes haberte dicho lo que yo siento por ti. Es mi turno ahora.

Habló tomando su mano, exhalando profundamente y liberando de esa manera una parte de sus sentimientos, dedicandole una de las miradas más sinceras que jamás había dedicado.

-Pareciera que lo tengo todo en la vida, pero sin ti estoy seguro que tendría nada. Tan solo el hecho de amarte como te amo me hace sentir que tengo más suerte de la que merezco. Es demasiado lo que siento por ti, pero no voy a decirlo, voy a hacer que lo sientas, porque si te dijera todo lo maravilloso que me haces sentir estoy seguro que no me creerías.

Hubo un contacto en sus miradas pero luego él sintió vergüenza al no escuchar nada por parte de ella ¿Y si había sido demasiado?

-Perdón, no quería dar miedo.

Se disculpó de inmediato, alejándose poco a poco, a lo que ella sin dudar tomó sus manos.

-Te amo.

La sonrisa del héroe volvió a ensancharse. No hubo más que pensar. El rubio tomó sus mejillas con intención de besar sus labios, pero la ojiazul al intentar acercarse más a él y corresponder, resbaló con una sábana de su cama, cayendo de espalda.

No importó, Agreste mientras se destransformaba, entró a la habitación posicionándose arriba de ella, tomando nuevamente sus mejillas con una sonrisa, pero una ráfaga de aire desordenó la habitación e interpuso un papel entre sus bocas.

Los dos que creían haberse besado, abrieron los ojos y fruncieron el ceño extrañados al sentir la superficie lisa del papel, antes de sentarse derechos, frente a frente y con seriedad, acercando sus rostros ya más estresados que emocionados. Pero al cerrar los ojos, una lata con pinceles les cayó a ambos en la cabeza, provocandoles posteriormente un chichón leve.

Ambos se sulfuraron al instante, ni siquiera tomando en cuenta el dolor  por el golpe.

-¡¿Por qué no podemos besarnos?!-

Exclamaron al mismo tiempo y enojada la azabache agregó.

-Siempre que intentamos besarnos algo nos interrumpe ¡Esto ya no es normal!

El chico asintió pero al meditarlo un poco, pasó del enojo a la seriedad en menos de un segundo.

-¿Y si fuera una maldición?

Ella al contemplar aquella opción, relajó su rostro y la preocupación se reflejó en su semblante.

-¿A que te refieres con exactitud?

-Como la maldición de las fotos de Juleka, solo que nosotros provocamos la nuestra. Tú al mentir que no habías besado a nadie y yo al decir que ya había besado a alguien. Se que ya nos habíamos besado antes pero yo no lo recuerdo, así que no creo que cuente.

Ella lo pensó unos segundos pero luego negó.

-No creo. Ya hemos mentido otras ocasiones para guardar nuestras identidades secretas ¿Qué es diferente ahora?

Él chico asintió con lógica y nuevamente la vio tan cercana que se acercó para intentar besarla otravez, pero ella sin notar sus intenciones bajó la cabeza golpeandole el labio sin querer.

Ella se disculpó con el ojiverde pero a él no pareció importarle, estaba demasiado frustrado como para sentir dolor. Fue entonces que con más convicción que nunca se miraron.

-Quédate quieto, Adrien.

Le dijo la azabache tomando su nariz y usando su otra mano para sujetar su cabeza, mientras ella se ponía de rodillas y subía encima de él, con su ceño fruncido y más decidida que nunca a acabar con todo aquello. Aquella no era la escena más romántica que Adrien había imaginado para su primer beso.

-¿Me vas a besar o me vas a golpear con tus labios?

Dijo sin pensar y ella al escucharlo río, contagiandolo a él también. Entre risas la ojiazul que yacía arrodillada se sentó de frente sobre las piernas del rubio, dándole un abrazo mientras el chico aprovechaba para hacerle cosquillas. Con sus ojos lagrimeando por tanto reír  y con el ambiente más relajado, ella enredó sus brazos en su cuello, cesando las risas para mirarse con amor. De nuevo sentían sus respiraciones cercanas ¿Sería que por fin se iban a besar?

Pues no. Con una puntería entrenada por millones de años, Plagg lanzó una pelota de goma que festejó al ver que quedaba atrapada entre sus labios. Ambos le miraron y casi se fueron encima de aquel ser, que antes de huir, gritó.

-¡No me miren así, ya estaban por besarse y algo tenía que interrumpir su beso, pudo haber sido algo peor. Una bala perdida o un ataque de akúma, no lo sé. No sean mal agradecidos, les salvé la vida!

Los dos suspiraron y agotados juntaron sus sienes.

-Por hoy es suficiente.

Continuara...

Pues que creían ¿que no iba a haber consecuencias por andar de mentirosos? Osea si, tenían que mentir a fuerza pero mentiras son mentiras ¿no? Y como en el universo de miraculous hay maldiciones (como la maldición de las fotos de Juleka) pensé en hacer la mía propia.

Además ¿qué es más divertido que dos adolescentes intentando besarse desesperadamente y que literalmente sean interrumpidos por las cosas improbables del planeta?

En fin, disfruten.

Pureza LabialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora