Sentidos

2.7K 303 87
                                    

Poco a poco el Agreste Junior sentía recuperar su conocimiento, aún con los ojos cerrados y sintiendo como su cabeza reposaba en algo suave y tibio, mientras que el resto de su cuerpo yacía recostado en algo tan frío y duro que estaba seguro era el suelo. Estaba más desorientado que nunca.

En la callada atmósfera, una mano despejaba el cabello de su frente con cariño mientras sonidos de dos pisadas distintas sonaban en el suelo; la primera muy lenta y pesada y la segunda rápida y ligera. Usando la lógica, había 4 personas en ese lugar: la persona de pasos ligeros, la de pasos pesados, la que lo acariciaba y él.

¿Qué le había pasado? Solo recordaba estar supremamente feliz por haber hecho uno de los descubrimientos más importantes de su vida y después todo se había vuelto oscuro de la nada ¿Y si había sido dormido y secuestrado por un fan loco? Tras ese planteamiento en la cabeza, el miedo le llegó solo, tomando así una decisión en cuestión de segundos: no iba a abrir los ojos hasta estar seguro de donde estaba.

Sus sentidos se agudizaron pudiendolos comparar incluso con los de su traje de Chat Noir, solo así podría identificar sin mirar la habitación en la que estaban.

Sintió como unas manos pequeñas y regordetas, aparte de las que ya cuidaban su frente, tomaban su mano izquierda con agilidad y ponían en su dedo índice una pinza que no le apretaba, escuchando un chirrido en sus zapatos de goma que le indicaba que se había agachado, escuchando un tintineo leve y el click de un maletín desbloqueado. Estaba seguro que esa persona era la de los pasos rápidos.

-Todos sus signos están estables, el estudiante sufrió un síncope vasomotor, osea un desmayo simple, su presión arterial bajó, es todo.

Enseguida reconoció la voz de la doctora de la escuela, quien se escuchaba como se alejaba cada vez que los pasos rápidos lo hacían, mientras la persona que cuidaba su cabeza, le acariciaba y quitaba el pelo de la frente. Si estaba la doctora de la escuela, significaba que estaba en la enfermería y que probablemente la escuela había llamado a su padre. La mano se sentía delgada y fina ¿sería Nathalie?

-¿Entonces no es necesario llevarlo al hospital? De igual manera ya notifique a su tutora sobre esto.

Preguntó la persona de los pasos lentos y pesados que enseguida reconoció por su voz se trataba del director. El tintineo del estetoscopio se escuchó, imaginando que la doctora lo tenía en su cuello y que había negado.

-No, pero en cuanto despierte ¿Podrías llevarlo a la enfermería? Eh... perdona, olvidé tu nombre.

El rubio hizo un esfuerzo máximo en seguir en su papel de desmayado y que su rostro no delatara lo mucho que deseaba saber quien cuidaba de él con tal cariño, ahogando un grito tras reconocerle desde el momento en que tomó aire para hablar.

-Soy Marinette Dupain-Cheng y si, yo cuidaré de él hasta que despierte y lo llevaré con usted.

Adrien no cabía de la felicidad pero aún así mantuvo su perfecta actuación, pues si despertaba en ese momento la doctora comenzaría un aburrido chequeo médico.

-Gracias, yo lo haría pero al parecer alguien le lanzó un balón a la chica pelirroja de tu salón y está sangrando de la nariz, así que tengo que ir a atenderla. Director, por favor dígale a su padre que tiene que disminuirle tareas, pobre muchacho, a que extremo lo ha de llevar su padre, todo por hacerlo lucir perfecto.

Dijo y sintió como la mujer le palmeaba el hombro como si quisiera darle ánimo, para después escuchar como murmuraba con el director, escuchando como sus pasos se dirigían a la entrada.

-Digo esto porque este tipo de desmayos se dan por estrés, emociones fuertes y blah, blah, blah.

La voz de la doctora se perdió conforme se fue alejando por el pasillo e inconscientemente una sonrisa lenta se fue formando en los labios del Agreste al saberse solo con ella, o bueno, lo deducía.

Todo estaba tan callado que no escuchaba otra respiración más que la de la azabache y la de él mismo. No podría ser que Marinette estuviera bajo el más incómodo de los silencios con ese otro alguien, a menos que fuese Lila, pero si lo fuese ya hubiera dicho alguna mentira en el transcurso del tiempo que llevaban ahí. El aroma que tenía en su nariz era de alcohol puro, pues al desmayarse probablemente le habían untado la nariz de esa sustancia y esa era la causa del por qué había reaccionado.

Tras la sonrisa, la ojiazul notó que comenzaba a reaccionar y había parado de tararear una canción que no salía de su cabeza.

-¿Adrien?

Le preguntó tomando su rostro y el abrió los ojos mirándole de frente con una sonrisa. ¡Que grandioso despertar!

Continuara...

No sabía que poner de título. Nota mental: poner números en lugar de nombres en futuros libros, me ahorraré mucho dolor de cabeza.

Mañana checo ortografía y redacción, me muero de sueño.

En fin, disfruten

Pureza LabialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora