Protegerla

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Los ojos de Adrien miraban con enojo, como los dedos de la azabache estaban entrelazados con las de otro chico.

Marinette salía de la mano de la escuela con un joven misterioso de morenas manos, gran y oscura sudadera y lentes negros con una sonrisa en su rostro.

Adrien a lo lejos sentía que hervía por dentro teniendo una razón simple y lógica.

Había pasado toda la mañana protegiendo a la azabache, para que de la nada a ella se le antojara hechar toda su protección a la basura y salir con la rata de dos patas de sudadera oscura con la que iba caminando.

¡Eso era injusto! A nadie le gustaba ver su arduo trabajo ser desechado.

Eso era lo que hacía estar de esa manera a Adrien, no era nada parecido a que el estuviera triste porque ella no lo había escogido a el.

Siguiendolos por todo el camino, listo para saltarle encima al misterioso en caso de que quisiera robar su pureza labial en contra de la voluntad de la azabache, sus ojos lanzaron llamas al ver como el la abrazaba mientras reían sin parar pasando alrededor de varios arboles frondosos.

¿Desde cuando París era tan verde? Y ¿Por qué todo lo hacía enojar en ese momento?

De la nada miró como algo caía del bolsillo del chico, luciendo como una credencial, haciendo que el rubio sonriera con maldad.

Ese era el momento perfecto para decifrar la identidad de la lombriz de agua puerca con la que Marinette estaba teniendo una cita y así alejarlo de ella con el fin de ¿Protegerla?

Exacto, todo era para protegerla.

Y casi volando, el ojiverde corrió a tomar aquella identificación con rapidez, sonriendo malvadamente al finalmente tenerla en sus manos.

-Credencial de estudiante de... ¡Alya Cessaire!

Gritó inconcientemente y no solo Marinette y la descubierta Alya voltearon, si no todos los chicos que venían disfrazados de arboles, quienes las seguían al igual que él.

-¡Ya nos exhibiste!

Gritaron Alya y Marinette al mismo tiempo mientras salían corriendo a refugiarse del bosque que las venía persiguiendo.

Antes de irse, Marinette le dedicó una mirada llena de negación al rubio, entendiendo él en ese momento que había metido la pata.

Era extraño pero Adrien sintió un dolor punzante y agonizante al sentir que la había decepcionado.
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Era muy temprano en la mañana y Adrien llamaba a la chica que le había causado insomnio toda la noche con inquietud, teniendo presente en su mente la mirada triste que ella le había dedicado el día anterior.

Finalmente fué contestada la llamada y Adrien sintió como su pulso se aceleraba.

-¿Quién es la bestia que me despertó a las 6 de la mañana sabiendo que hoy entramos a las 9?

Preguntó medio dormida la azabache mientras el modelo sonreía levemente.

Ella siempre tan dulce aún estando adormilada.

-Soy Adrien.

Marinette dentro de sus frazadas abrió sus ojos como platos al escucharlo y se sentó aún en su cama comenzando a exaltarse.

-¡AGRESTE! ¡Me persiguieron por trece kilómetros docenas de arboles! ¿Por qué nos delataste?

Reclamó enojada a lo que el rubio por primera vez deseaba ser una avestruz para hundir la cabeza bajo tierra y así huir de sus problemas.

-Perdón, no debí haberlas delatado pero voy a compensarlo. Estoy afuera de tu casa.

Marinette se sorprendió y corrió a su ventana, mirando desde arriba al chico que le había robado el corazón con duda en su rostro, girando a ver a Tikki quien asintió.

-Ahora voy.

Dijo a lo que el rubio sonrió agradecido, haciendo un baile raro de la victoria que Marinette deleitó desde las alturas.

Si tan solo se pudieran tatuar momentos.
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Ya en la habitación de la chica un rubio parloteaba sin cesar a la aún adormilada ojiazul.

-Encontré una manera para entrar y salir sin que nos persigan.

Le dijo antes de tomar la cintura de la azabache, tomandola por sorpresa, haciendo que abriera bien sus ojos.

-¿Ah si?

Los colores le subieron al rostro al sentir como era alzada, sintiendo sus pantunflas despegarse del suelo.

Nerviosa miró la cercanía del ojiverde y puso sus manos en su pecho.

Y toda la magia fué rota al sentir la mano del rubio en su cabeza, presionandola hacia abajo para que de esa manera entrara por completo en...  ¡¿Una maleta?!

-Adrien ¿Tenemos opción B?

Preguntó acomodandose y mirando como el rubio cerraba la gran maleta alegre de enmendar su error.

El negó recordando con una sonrisa el como Marinette no había notado que estaba en pijama peludita de cuerpo completo de hamster, y que aún así lo había recibido.

Tenía que evitar a toda costa que saliera con ese pijama.

Todo era por protegerla, no por querer ser la única persona afortunada del planeta que pudiera mirarla de esa manera.

Continuara...

Estaba viendo que Taylor Swift para no ser vista por los paparazzis se metía en maletas para salir de su casa.

Si, esa maleta es Taylor Swift.

Por lo que mi idola fué mi musa inspiradora de este capítulo.

Ojalá y les haya gustado este capítulo de mi historia favorita de escribir.

En fin, disfruten.

Pureza LabialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora