Estoy bien

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Estando en la universidad me pone loca. Hoy no quería venir porque el dolor en la nuca aumentó y ahora se sumó mi cabeza, era muy insoportable que hasta ganas de suicidarme me daban.

MinJi parecía estar recuperada, y alegre como siempre me dirigió una sonrisa la cual respondí con una mueca parecida a lo que sería otra sonrisa.

En los últimos días este jodido dolor ha estado torturándome repetidas veces. Era algo raro que siempre cuando hacía movimientos bruscos ese dolor aumentaba por dos y luego de varios segundos se calmaba, pero aún así seguía siendo insoportable.

No podía comer, bueno en realidad sí, pero me asqueaba tanto la comida que me daban arcadas y de vez en cuando vomitaba agua porque mi cuerpo no tenía alimento desde hace días de la pesadilla. Siempre andaba agotada físicamente sin hacer ejercicio alguno, y cuando estaba en la cama dormía por muchas horas, más de lo que una persona normal hacía. Algunas veces mi cuerpo estaba caliente y otras veces estaba frío, cambios repentinos sucedían a cada hora.

MinSeok y MinJi llamaron al un médico al día siguiente para que venga a casa y vea lo que yo tenía. Me revisó todo el cuerpo, ya saben, todas las cosas que se hacen para chequear que te encontrabas bien. Extrañamente el doctor dijo que era una fiebre normal y que con el pasar de los días se irá. No siento como si fuera una fiebre, se siente como el jodido infierno.

Y todo por culpa de una pesadilla.

¡Es que nada encaja aquí! Una pesadilla y una fiebre no te pueden dar estos cambios corporales, ¡es imposible!

Como ya pasó una semana entera nada cambió y yo seguía sintiéndome como si un avión me haya arrollado por lo menos quince veces. Siempre sentía la necesidad de dormir y jamás despertarme. ¿Qué mierda me está pasando?

Tampoco había visto a SiYeon, ni siquiera me dió alguna señal de que está con vida. Y en verdad la extraño. Su compañía era muy entretenida, lograba romper todas las paredes del aburrimiento que mi mente creaba y así pasar el rato entre risas, leves sonrojos y abrazos.

Pero pronto mis pensamientos fueron disipados por la voz de YooHyeon y la pequeña risita de MinJi. Observé a ambas chicas que estaban enterradas en su propio mundo y tampoco notaban que algunas personas las observaban divertidas.
YooHyeon contaba chistes y piropos absurdos mientras que MinJi se dedicaba a escucharla, reírse y mirarla con una cara de tonta enamorada. Estaba tan enamorada de aquella peliplata que las envidiaba por tener una buena relación entre amigas. Pero luego recordé lo que YooHyeon me había dicho; "Era un guiño amistoso BoRa", porque sí, había aclarado el malentendido que tuve respecto al estúpido guiño que casi arruina su amistad.

Me acosté sobre mis brazos cansada y ellas parecieron que lo notaron, porque dejaron de hablar.

—¿BoRa? ¿Estás bien? —preguntó YooHyeon mientras acariciaba mi hombro lentamente. A este punto yo estaba frente suyo así que no era problema.

—Estoy bien YooHyeon, no tiene que preocuparte.

—Bboya, no has comido nada —levanté mi cabeza y observe mi plato de pollo frito asqueada.

—No tengo hambre JiU —le "sonreí" aunque creo que hice más una mueca horrible.

—Dijiste eso hace aproximadamente una semana BoRa —dijo en un tono acusador pero a la vez preocupado—. En serio me preocupas Bboya... ¡Pareces una muerta viviente!

—Es malo que no comas BoRa —habló YooHyeon preocupada.

—Estoy bien chicas no se preocupen por mí.

Me levanté pesadamente y fui a mi salón para poder descansar allí. No podía lidiar con todo el ruido que había en la cafetería mientras que MinJi y YooHyeon me decían constantemente lo que tenía que hacer o como me veía.

Me senté en mi banco y acosté mi cabeza en mis brazos, como hice en la cafetería.
No sabía si alguien estaba allí, pero tampoco me importaba que me vean.
Me sentía tan jodidamente inestable que me lanzaría por la ventana en este instante.

—¿Señorita Kim?

Escuché su voz y mi cabeza empezó a punzar fuerte de los pensamientos que tenía de él. Levanté mi cabeza y lo observé, tenía el ceño fruncido y se veía algo molesto.

—Hola profesor —respondí con una mueca parecida a la sonrisa.

Y pensé... Nosotros dos solos en el salón, sin nadie que nos pueda interrumpir, ¿no sería una perfecta idea para aclarar la opción E? Aunque no tenga ganas de hablar con él perdería una increíble oportunidad para charlar lo sucedido aquel día en la cafetería y aclarar que yo no estaba enamorada de él.

—¿Que hace aquí en estas horas? ¿No debería estar en la cafetería almorzando con sus compañeros? —preguntó extrañado.

—No tenía hambre de todos modos.

—Pues no puede estar aquí en el salón, sabe que esta infligiendo una regla escolar ¿verdad? —acusó frío.

—Lo sé profesor.

Nos quedamos un rato en silencio. El ambiente era algo tenso, y odiaba ese tipo de ambientes más cuando estoy con alguien desconocido.
Pero fui fuerte y lo rompí, queriendo decirle todo lo que mi mente guardo desde aquel día.

—Profesor debo decirle algo —hablé tratando de sonar seria pero fallé.

—Pues dígame señorita Kim, mi tiempo no es eterno —dijo mientras se levantaba de su asiento para acomodar su bolso y tratarse de ir.

Y ahora es cuando me levanté apurada, corriendo como si me faltara una pierna porque ya ni las sentía con el dolor que tenía en todo mi cuerpo. Aún estando adolorida lo frené, tomando su muñeca.

Se volteó bruscamente y me observó preocupado.

—¡Señorita Kim está hirviendo! —exclamó pasando su mano áspera por mi frente— Debo llevarte a la enfermería.

—¡Me encuentro bien profesor! Déjeme decirle una cosa importante que necesito que me escuche atentamente. Luego me llevas a la enfermería y lo que sea.

—Hazlo rápido, no sabes que puede pasar cuando estas así.

—Se acuerda el día que nos reunimos en la cafetería —empecé a decir y asintió frenéticamente, esperando a que termine para llevarme a la enfermería. Wow, que buen profesor—. ¿Y que casualmente le dije que yo estaba enamorada de usted?...

—¡No es muy relevante eso señorita Kim! Esta peligrando su vida si sigue estando en este estado corporal.

—Yo quería decirle qu-

Pero una fuerte punzada en mi cabeza me interrumpió. Aquella mierda seguía y seguía doliendo como si no hubiera imaginado. Llevé una mano a mi frente toda sudada y me agarré de su escritorio para no caerme porque toda la cabeza empezó a dar vueltas y vueltas.

Todo se empezó a distorsionar así escuchando los gritos desesperados del profesor como ecos y mi cuerpo cada vez siendo más débil a tal punto de no poder sostenerme de nada.

Y todo se volvió negro.

The princess and her wolf | SuaYeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora