Cuando Norwick Hill vistió de rojo

La leyenda de Rehon - Parte I

Érase una vez, en los límites de una ciudad turbulenta,
un demonio al que la tierra le abrió las puertas.

Sediento de sangre y de dolor,
el ser infernal no conocía lo que era el amor.
Vivía en el bosque y se alimentaba de los animales,
hasta que, un día, una joven perdida llegó a esos lugares.

De hebras oscuras y de ojos que reflejaban el cielo,
el demonio, asombrado, creyó que había muerto.
La vislumbró en la lejanía mientras ella corría.
Buscaba su casa, él lo sabía.

Quería ayudarla, aunque no fuese lo correcto,
su apetito se esfumó al ver su rostro perfecto.
Su inerte corazón retornó a la vida,
enamorado a primera vista, ¿quién lo diría?

Se acercó para hablar mientras estaba vulnerable:
«¿Estás perdida?», preguntó en un tono afable.
Respondió la chica con una tímida sonrisa:
«Busco el pueblo, lo he perdido de vista».

El demonio, al oír la respuesta,
se ofreció a ayudarla; ella estaba dispuesta.
No tardaron en salir del espeso bosque,
pero una despedida hizo que todo se desmorone.

Los ciudadanos que vieron a la joven en compañía del demonio,
sentenciaron su vida a una muerte sin retorno.
Una bala atravesó su pecho,
las manos del demonio se convirtieron en su lecho.

Ahogado en la furia y el hambre,
el demonio proclamó sobre los ciudadanos una nueva masacre.

Por años y años de ellos se alimentó,
sin embargo, un acuerdo lo calmó.

«¿Cuál es el trato?», te estarás preguntando,
sigue leyendo, yo te lo guardo;
pero no te confíes, él siempre está al mando.
Cuando creas que todo marcha bien,
Rehon te demostrará que en esta ciudad solo manda él.

Y así continuará su historia sin fin,
hasta que Rehon se encuentre con su doncella en esta ciudad ruin.