XII

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Temprano por la mañana, después de no poder dormir porque cada vez que cerraba mis ojos soñaba con el tal William Walker, me tomé el tiempo de seguir leyendo el diario de Skyler para conseguir información. Lo que obtuve fue más de lo que esperaba: una pista.

«10/03

Creo que lo vi. Si, creo q vi al acosador. Fue rápido, fue sin que lo planeara. Se dejó ver cuando iba de camino a casa con Becca. Me di vuelta, y él se dio buelta también, como si no quisiera que viera su rostro. PERO TE VIIII!!

No tengo una imagen clara de su rostro, sino que como una masa de esta. No es muy grande, no es muy alto. Tiene contextura mediana. Vi su nariz como de morrón (JAJAJAJA). Aaaaah pero lo mas importante fueron sus ojos. Cuando me giré de repente hubo algo asi como un minuto en q no reaccionó y vi sus ojos azules. AZULEEEES. Los ojos mas azules q he visto. Eran como los del cielo. Un cielo sin nubes!!

Al menos se veía guapo JAJAJAJ (bromita)

Más de él no pude ver :(

Ya intentaré a la próxima.

Sky**»

Fue cuando me llamaron a desayunar.

Clementine nos sirvió. Vestía su típico atuendo de asistenta, negro, mantel blanco a la cintura. Traía puesto un moño del mismo color que sujeta su cabello, lo que la hacía ver menos terrorífica que la otra noche. Su expresión era inalterable, incluso cuando papá, tras darle una probadita a los huevos revueltos que le había traído, le dijo un cumplido. Sus manos arrugadas, manchadas y venosas temblaron al traer la bandeja.

Fui la primera en terminarme el desayuno, así que aproveché que los adultos estaban entretenidos hablando sobre no-sé-qué para pedir permiso y levantarme de la mesa con la excusa de llevar mi taza a la cocina. Clementine se encontraba viendo el programa mañanero en una pequeña televisión sobre una encimera. No se percató de mi presencia hasta que me planté frente a ella, con mi taza en mano.

—¿Dónde puedo dejar esto?

Me miró de pies a cabeza con lentitud, como si tardara en reconocerme. El mal gesto no se lo guardó. No me sentí ofendida por ello, yo también los haría si una mocosa despeinada me tapara la televisión.

—Permítame —dijo entre dientes, cogiendo mi taza y llevándola al lavaplatos. Se puso a lavar los trates sucios, lo que me dio la oportunidad de acercarme.

—¿Va a decirme por qué me ayudó con la puerta de Skyler? ¿Cabe la posibilidad de que pueda entrar otra vez?

Continuó sin mover los labios.

—¿Puede responderme? Asentir, negar con la cabeza, pestañear... Cualquier gesto que pueda responder a mis preguntas sería de ayuda. —Su concentración estaba puesta en lavar los trastes—. Escúcheme, las dos nos meteríamos en problema si se enteran de que entré a la habitación de Skyler, fingir que eso no ocurrió es lo mejor, y entiendo que hablar de ello aquí es un riesgo...

—Ella no debía ser —murmuró con su voz rasposa y casi imperceptible. Lucía perdida en algún punto de sus pensamientos. Sus ojos sin vida, ni siquiera pestañeó—. Ella no debía ser. —Volteó de repente, causando que diera un salto al encontrarme con su marchito rostro—. Este pueblo fue fundado en sangre. Sangre y fuego.

Retrocedí.

—¿Qué significa eso?

Pasos.

Dejé a Clementine con la loza y me marché de la cocina saludando al señor Basilich que entraba con la panera. Subí a la habitación preguntándome a qué se refería Clementine con el «no debía ser ella» y «este pueblo fue fundado sobre sangre y fuego». Parecían dos frases dichas al azar, sin sentido.

Cuando Norwick Hill vistió de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora