Capitulo 12: Muy Profundo

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Abriendo los ojos lentamente, Yao empieza a despertar. Su cabeza le incómoda, tiene un dolor agudo a un costado de su cabeza, su vista está borrosa aunque poco a poco se va haciendo más clara.

Una voz que lo llama hace eco en su cabeza - Panita, oye ¿Estás bien? Levántate. Panitaaa... - aún no logra identificar de dónde proviene pero algunos toques en su cara y jalones a su cuerpo le fuerzan a levantarse un poco hasta quedar sentado apoyándose sobre un frío muro de piedra.

Cuando su vista se volvió lo suficientemente clara comenzó a dar vistazos a su alrededor, intentando reconocer en donde se encontraba.

Se hallaba en un lugar húmedo y frío, las llamas de las antorchas apenas podían iluminar el sitió dejando rincones oscuros.

Se tranquilo un poco al notar que no se encontraba solo en la habitación, algunos hombres rondaban por el lugar, algunos mugrosos con largas melenas y abundantes barbas con sacos a sus espaldas.

- ¡Ey pana, mira aquí! No te pierdas - exclamó, tomando su cara- dime cómo te sientes.

- Bien...eso creo - respondió con voz temblorosa.

Haciendo un esfuerzo para fijar su vista, vio que la persona frente a él escondía su rostro bajo un sombrero de paja desgastado y un rostro pálido que le daba una sonrisa - ¿Florentino?...- soltó una pregunta al aire.

El hombre río en respuesta, dándole unas palmadas en el hombro. - Si, soy yo chico. Me alegra saber que ese golpe no fue tan perjudicial. Aún no te levantes, tengo que terminar de limpiar está herida.

Un dolor muy fuerte proveniente de un costado de su cara le hizo soltar un quejido.

- ¿Dónde estamos?

- En lo más bajo de esta ciudad, En la mina de Whitestone, más concretamente en la prisión localizada en el piso bronce. Vamos a levantarte, me han dicho que ya casi es hora de la comida.

Con delicadeza pasó el brazo de chico por encima de sus hombros y manera accidentada lo ayudo a ponerse de pie.

En el camino hacia lo que Florentino creía que era el comedor se encontró con peleas entre prisioneros, y hasta algunos de ellos llorando tirados en el suelo. La atmósfera del lugar era bastante pesada.

Entraron al comedor y esa atmósfera casi desaparecía por completo. El lugar era bastante amplio, estaba equipado con varios mesones de piedra donde los prisioneros engullían la comida de sus platos con recelo, mirando a todas las direcciones cuidando que su único sustento no les sea arrebatado.

Se aproximaron al mesón donde el cocinero, que se rascaba la nariz, aguardaba para servir el almuerzo. Pidieron los dos respectivos almuerzos, de forma casi mecánica el cocinero tomo 2 platos hondos y sirvió dentro de ellos un estofado poco apetecible, su color tiraba a morado y las pocas verduras que se lograban ver no estaban, ni de cerca, bien cocidas.

Se sentaron a comer en el mesón más cercano aquel nada apetecible almuerzo. Mientras que se esforzaban por tragar sin devolver el alimento joven les dio un saludo, era mediana altura, su camisa tenía manchas rojas y aún tenía heridas abiertas en la parte de atrás de sus brazos.

- Al fin los encuentro. Quería darles las gracias por lo que intentaron hacer, les plantaron cara a los guardias solo para liberarnos, y aunque no pude escapar varios de mi amigos si lo hicieron.

Ambos quedaron confusos, si entendían a lo que se refería, pero la repentina llegada y el largo agradecimientos los tomo desprevenidos.

- No fue nada, en realidad lo hicimos porque nos venía genial para entrar aquí y porque el chico estaba furioso por tal abuso. A todas estas, no nos has dicho tu nombre. -

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2021 ⏰

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