(...)
●Skylar●
La gente tiene razón al decir que el tiempo pasa volando, en un abrir y cerrar de ojos ya se ha cumplido un mes desde que decidí seguir el consejo de Jessica y tomarme las cosas con calma.
Hasta el momento no me he arrepentido en ningún momento de ello, es más, pienso que fue lo mejor que pude haber hecho.
Las últimas semanas consistieron en salidas “familiares”, por decirlo de alguna manera. Ya sean almuerzos, tardes en el parque, noches de películas, entre otras tantas cosas que hemos hecho.
La mayoría de nuestras salidas solo somos Tyler, nuestro hijo y yo. Esas son las más tranquilas, ya que no tenemos al recientemente formado “dúo del desastre”, conformado por Adam y Sean, y alguna que otra vez se les suma Devon, quien he descubierto que si le das rienda suelta no es tan serio como aparenta.
― ¡¿Alguien vio mi bota izquierda?!― Jessica pasa casi corriendo junto a mí y se tira al suelo para mirar bajo la mesita de café y el sofá― ¡No la encuentro! Los demás llegarán en cualquier momento y no quiero retrasarme.
Apenas termina de decir eso, alguien toca la puerta.
― ¡Ya llegamos, familia! ¡Abran la puerta!― ese no puede ser nadie más que Adam.
― Parece que los invocaste― camino hacia la puerta―. Busca en la habitación de Ty, puede que lo haya llevado ahí― le recomiendo y ella no duda en correr hacia allí.
Apenas abro la puerta, Adam se arroja sobre mí y me atrapa en un abrazo asfixiante.
― ¡Sky! Mi bella cuñada, como te extrañé― palmeo su espalda sin saber qué hacer o la razón por la que está tan enérgico.
― Nos vimos hace una semana, Adam.
― Eres igual de seca que Tyler, a veces me pregunto por qué somos amigos― me suelta y entra al departamento como si fuera su casa. Ahora que ya agarró confianza no hay quien lo detenga.
― No tardamos mucho, ¿verdad? Salimos algo tarde de casa― Ariadna me saluda con un beso en la mejilla. Yo niego con la cabeza.
― De todos modos no hay prisa, tenemos toda la tarde y la noche libre. Pasen― me hago a un lado para dejarlos entrar a todos. Devon me da un medio abrazo como saludo y Marcus deja un beso baboso en mi mejilla que me hace reír.
A diferencia de los primero encuentros, en los que se mostraba tímido, incómodo e incluso algo molesto con nuestra presencia, ahora parece agradarle pasar tiempo con nosotros, en especial con mi hijo. Ambos se han vuelto buenos amigos, aun si a veces se pelean por algún juguete.
― ¿Para mí no hay saludo?― pregunta Tyler con una sonrisa ladeada.
Hablando de cosas incómodas.
Desde hace un tiempo, no sabría decir cuánto exactamente, Tyler ha estado actuando un poco extraño. Puede que solo sea yo quien piensa de esa manera, ya que no lo conozco mucho pero definitivamente su comportamiento es completamente diferente al que tenía en las primeras semanas de conocernos.
El cambio empezó de manera sutil, una sonrisita por aquí, otra por allá. Pero últimamente lo hace mucho, diría que demasiado, hasta me dan ganas de preguntarle si no se le acalambra la cara.
No es raro que sonría, es la frecuencia con la que lo hace y la manera en que me mira en ese momento. A eso podemos sumarle que repentinamente se queda mirándome cuando cree que no me doy cuenta, y lo hace por un largo tiempo. No es que me incomode pero consigue ponerme nerviosa.
Me pregunto si así se siente él cuando lo vigilo mientras está con Tyler.
― No me digas que Adam y Sean te están contagiando su dramatismo― su sonrisa se hace más grande y niega antes de acercarse y darme un beso en la mejilla. A esto me refiero cuando digo que agarró bastante confianza.
― Son ideas tuyas, ¿ya están todos listos?
― Ya casi.
En la sala ya se encuentran nuestros amigos reunidos saludándose y hablando de quien sabe qué. Apenas se puede entender lo que dicen, hablan todos juntos y sinceramente son bastante escandalosos. Esta es la razón por la que siempre que vamos a hacer una reunión donde no va a faltar nadie, decidimos salir, porque los vecinos se quejarían del ruido que hacemos.
Al único que no logro ubicar es a nuestro hijo, se suponía que estaba con Sean, pero no lo veo por ningún lado y al parecer Tyler piensa lo mismo, porque al igual que yo, está mirando a todas partes.
― ¿Dónde está…?― y justo antes de que termine la pregunta ambos logramos ver como un pequeño bulto amarillo viene corriendo por el pasillo.
― ¡Papi, papi, papi!― miro con horror el disfraz de Pikachu que trae puesto y de inmediato me volteo hacia el culpable de esto.
Sean aparta la mirada y voltea su rostro pero aun así puedo percibir la sonrisita burlona que adorna su cara. El maldito lo hizo de nuevo.
― Aquí está mi pequeño― apenas llega junto a él, lo levanta y empieza a prácticamente estrujarlo― ¿Quién te dio ese traje tan bonito? ¿Fue mamá?― me mira y creo que mi expresión lo dice todo porque empieza a reír al igual que Sean― Creo que no.
― ¿Verdad que es un pijama increíble? Le encantó cuando se di― lo dice muy orgulloso.
― Se ve adorable― Ariadna apoya a mi amigo.
― Adorable y todo lo que quieras pero no puede salir así― intervengo y mi hijo no parece estar muy de acuerdo conmigo porque me mira y hace un puchero―. Morirá de calor con eso allá afuera.
― Es verdad― Tyler me da la razón―. Sería un poco incómodo jugar con eso, ¿qué dices si papá escoge algo para ti?― nuestro hijo baja la mirada y se acaricia el brazo antes de asentir, pero jamás borrando su puchero.
Ya familiarizado con el lugar, camina directamente a la habitación del niño, y una vez que desaparece me giro hacia Sean y lo apunto con mi dedo. Rápidamente borra la sonrisa que tenía en su rostro pero justo cuando abro la boca para hablar escucho mi tono de llamada.
― Hablaremos después― le advierto y él solo me lanza un beso, como diciéndome que no le preocupa. Cuando agarro mi celular y miro la pantalla, me doy cuenta de que no tengo registrado el número.
Como es mi número personal y no el del trabajo, no suelo responder cuando llaman números extraños. Este, en particular, no me resulta ni un poco familiar, por lo que decido rechazar la llamada y guardar el aparato en el bolsillo trasero de mi pantalón.
Si es importante volverá a llamar.
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Mi destino eres tú
RomanceSkylar está a punto de casarse con el hombre de sus sueños, o al menos eso es lo que ella creía, porque justo la noche antes de su boda, descubre que su prometido y la que se suponía era su mejor amiga la habían estado engañando durante mucho tiempo...