Capítulo 25

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●Skylar●

La llamada logró que mi buen humor se esfumara por completo, dejando en cambio una sensación de opresión en mi pecho que me dificulta respirar.

― Era demasiado bueno para ser verdad― susurro y me debato entre volver a entrar o ir a casa.

Ya estoy cansada de todo el ruido por lo que mis ganas de volver adentro son muy pocas, y también ya empiezo a sentir algo de sueño. Tampoco quiero ir a casa yo sola pero Sean y Jessica la están pasando bastante bien, así que no quiero aguarles la noche.

Quiero que alguien me acompañe en estos momentos pero al mismo tiempo no quiero ser una molestia. Ahora es cuando me doy cuenta que casi no hablo con nadie. Mi círculo social es bastante reducido.

Sé que si voy a casa lo último que haré será dormir, probablemente me quede toda la noche pensando en el asunto con mi madre. Tal vez me quede recostada mirando el techo y dándole vueltas a mil cosas que solo harán que me deprima.

Si no le hubiera prometido a Tyler que nuestro hijo dormiría en su casa esta noche ya estaría en camino para buscarlo y llevarlo a la mía.

Hay momentos (como este) en los que me siento como una niña perdida, y a veces me gustaría ir corriendo junto a mi padre y preguntarle qué es lo que debo hacer. Volver a pedirle que me guíe, que me señale qué es lo correcto.

Me siento una tonta por haberme hecho ilusiones de que arreglaría las cosas con mi mamá. Al menos esto me hizo darme cuenta de que recuperar nuestra relación es muy improbable. Ella jamás admitirá que se equivocó y yo no volveré a rogarle para que me dé un poco de su tiempo o atención.

Me he cansado de siempre ceder ante ella.

No más.

●Tyler●

― No lo toques, Ty― le advierto y aunque me mira con ojos de súplica, pongo todo mi esfuerzo para mantenerme firme―. Acabo de bañarte y la pintura aún no se seca. No lo toques― repito con la esperanza de que me haga caso.

Sé que decirle a un niño que no toque algo es como incitarlo a que lo haga, pero quiero creer que me hará caso y no se acercará a la mesa donde está lo que él llama su obra de arte recién hecha.

― Aquí traigo a un niño limpio y listo para ir a la cama― Adam entra a la cocina sosteniendo la mano de Marcus, y yo me pregunto si es consciente de que tiene espuma en el cabello y parte de su barbilla, pero conociéndolo es muy probable que él mismo la haya puesto ahí.

― Ya tengo su leche lista― levanto ambos biberones para que los vea―. Ya es hora de ir a dormir― ni siquiera termino de decir la frase pero Marcus y Tyler ya están haciendo pucheros dando a entender que la idea no les gusta mucho―. No me miren así, les prometí a sus madres que dormirían temprano y ya es bastante tarde.

― Incluso para nosotros― me apoya Adam―, también estamos cansados así que ¡a dormir, mis niños! Vamos, Ty, agarra mi mano tú también. Papá traerá sus biberones.

Mi hijo obedece y veo como los tres empiezan a correr hacia su nuevo cuarto. Es bueno que haya comprado una cama lo suficientemente grande como para que Marcus y él puedan dormir cómodamente en ella, sin molestarse el uno al otro. Sé que mi sobrino se mueve bastante al dormir e inconscientemente da patadas. Mientras que a Tyler le gusta agarrarle la nariz a los demás.

Para cuando llego a la habitación me doy cuenta de que Adam ya se encargó de que los niños estén arropados.

Lucen como dos angelitos que no rompen ni un plato, cosa que no puede estar más alejada de la realidad. Tan solo un par de horas antes estaban peleándose a mordiscos y jalones de pelo por un auto de juguete.

Gracias al cielo Adam y yo intervenimos a tiempo, porque no tengo ni la más mínima idea de cómo les explicaría las marcas de dientes a sus madres. Mi ideal es que los niños lleguen sin un rasguño a sus casas mañana.

― Siéntense para tomar su leche― les indico e inmediatamente hacen lo que les pido. Se estaban reusando a dormir pero yo sé que deben estar agotados. Algo me dice que el sueño los vencerá rápido.

― ¿Qué crees que estén haciendo sus padres?― pregunta mi amigo sin apartar sus ojos de ellos.

― Apuesto lo que sea a que Devon y Ary están durmiendo como troncos― me comentaron que Marcus estuvo enfermo esta semana y en las noches no dormía mucho, como consecuencia ellos tampoco.

Cuando le dije a mi hermana que quería que Marcus se quedara aquí esta noche casi se puso a hacerle una maleta en ese mismo momento.

― Admiro a los que tienen hijos. Siempre he creído que ser padre es el trabajo más duro que existe.

― Es duro, sí― le doy la razón―. Además de aterrador.

Ese miedo de hacer algo mal que dañe a Tyler de alguna manera, por más mínima que sea, hace que me estremezca. La sola idea de que algo le suceda por culpa mía aun me preocupa. Tengo mucho que aprender todavía, y hay momentos en los que no me siento del todo capaz de cuidarlo. 

― ¿Te molesta si te dejo con ellos? Mi ropa está algo mojada y ya quiero ducharme.

― No hay problema. Me quedaré aquí para asegurarme de que se duerman― los miro y ambos ya tienen sus ojos medio cerrados.

Mi destino eres tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora