Capítulo 2:

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●Tyler●

Explicar la razón de mi descontento es bastante simple; todo se reduce a que mi novia― o tal vez debería decir ex― resultó ser lesbiana.

No es algo malo que sea lesbiana, esa no es razón para enojarme. Lo que si me enoja y hace que quiera sacudirla el hecho de que me haya estado viendo la cara de estúpido durante lo que fueron ocho meses de relación.

Conocí a Marie en la fiesta de compromiso de mi prima, Brooklyn. Se presentó como una chica amable, divertida y un poco tímida; una chica que además de ser bonita, era agradable en todos los sentidos.

Conversamos de forma amigable un buen rato durante la fiesta, pero pese a caerme bien, no tenía pensado llegar más allá de una amistad, digo, acababa de conocerla. Claro que me replantee la situación cuando ella pidió mi número de teléfono y me invitó a una cena.

Y aquí es donde entra la pregunta, ¿por qué me invitó a salir si sus gustos eran otros?

La respuesta es sencilla: porque sin saberlo, yo sería utilizado como su tapadera. Su orientación sexual era un secreto a voces, pues lo sabían todos sus amigos más cercanos, pero su familia no. Sus padres empezaron a sospechar sobre el tema debido a que nunca les había presentado un novio en sus veintiún años.

Y ahí es donde entro yo.

El chico que había conocido gracias a una de sus amigas, y que no tenía ni la menor idea de que estaba siendo utilizado. Lo que yo había creído eran ocho meses de relación tranquila y estable, para ella fueron ocho meses de tortura y remordimiento. Porque al parecer si le pesaba en la conciencia el estar usándome para que sus padres no descubrieran que tenía una relación con su amiga de la infancia.

Como si fuera poco que me haya estado mintiendo, a eso debemos sumarle que también me había estado poniendo los cuernos.

Toda una joya de novia.

Y no hay que olvidar a mi prima, que lo supo todo el tiempo pero no hizo nada para quitarme la venda de los ojos. Esperó a que yo me enterara por cuenta propia, lo que ocurrió hace unas horas cuando vi a la que supuestamente era mi novia besando a otra chica en un parque.

Durante mi pequeña discusión con Marie, ella se disculpó varias veces, pero también dejó en claro que no tenía intenciones de terminar con el engaño que estábamos viviendo, sino que planeaba extenderlo tanto como podía. Eso me enfadó aún más.

Quien sabe hasta donde habría estado dispuesta a llegar si yo no la descubría.

Para no cometer alguna estupidez luego de enterarme de todo, llamé a mi mejor amigo, Adam, quien en este momento trata de darme ánimos haciendo bromas que solo le causan gracia a él.

― En tu lugar la hubiera mandado a la mierda, utilizando el repertorio de insultos que me enseñó mi tío Armando.

― Sabes que no me gusta insultar a las mujeres. No es correcto― miro alrededor tratando de encontrar alguna distracción.

― No te lo discuto, pero apuesto a que si los roles fueran diferentes ella no habría dudado en usar todas las malas palabras que se sabe y llamarte desde maldito hasta hijo de puta.

― Aun así no está bien insultarla― respondo sin mirarlo, una cabellera rubia alborotada llama mi atención desde la barra.

― Tu problema es que siempre te quedas callado― voy a replicar pero antes de que diga algo me interrumpe―. Y ni siquiera trates de negarlo. Cada vez que una chica decide ser grosera contigo, nunca te defiendes y te guardas todo ese resentimiento, es por eso que a veces eres un amargado.

Mi destino eres tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora