Marco Teórico II

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Título Alternativo: Catalizador de una combustión sentimental.

~*~

Era frustrante.

Tratar de comprender todos los procesos químicos que envolvían a la costra producto de la radiación y su relación con el hongo de la mutamiceta resultaba mucho más sencillo que todo el tumulto de sentimientos que llegaba a él. Sentimientos, demonios, incluso la palabra le parecía demasiado desagradable y extraña. Era sencillamente atronador y la forma en que buscaba darle sentido se volvía una encrucijada bastante compleja. Puede que le esté buscando más sentido del necesario. Pero es que eran cosas que jamás había experimentado. Que jamás pensó posibles o que consideró como prioridad fundamental. Así que jamás les dio la importancia que tal vez se merecían. Estuvo tantos años tan concentrado en planear su libertad, en hacer valer su trabajo y escondiéndose en el odio y la venganza que nunca pudo explorar todo lo que ahora sentía, la sensación blanda y los cosquilleos de la expectativa. Algo que siempre consideró como exageraciones absurdas sobre todo lo que ha sido parte de un proceso guiado por el instinto de la preservación. Jugaba en su contra y vivía dentro de él, y era más invasivo que cualquier radiación o parásito Cadou que haya sentido.

Conocía la sensación palpitante del parásito dentro de él. Conocía la sensación de esa cosa corriendo por su pecho y enredándose a sus órganos para volverse uno mismo simbióticamente. Conocía la sensación de la costra, el dolor del calor que recorre sus irritadas fosas nasales y quemando los senos nasales hasta llegar a provocar ciertos sangrados esporádicos. Pero todo esto era nuevo. No encontraba una explicación física a lo que estaba sucediendo. No podía entender la forma en que estaba haciendo efectos en sus instintos y en sus anhelos. Todo se relacionaba pero parecía que él se quedaba atrás, ignorante y solo. Sin poder entender lo que pasaba.

Tenía algo de humanidad aún, eso lo sabe. Si no fuera así, no sentiría nada. No le importaría nada. Pero, maldición, la atracción que sentía por Ethan Winters se estaba saliendo de control. Estaba llegando a extremos que no podía reconocer; y, por tanto, que no podía descifrar. Eran como cristales que se encajaban dentro de su cuerpo y pulsaban con mayor fuerza siempre que veía al americano. Es un ser social, al final. Ha llegado a esa conclusión cuando sentía que la paranoia y la simple insanidad comenzaba a rasguñar los bordes mentales. Necesitaba contacto físico y social. El contacto con otro ser se volvía fundamental e Ethan se había vuelto en algo más que un ancla de sanidad en medio de la circunstancia. Se había vuelto en algo más que una compañía forzada y feroz. De verdad podría decir que se había vuelto su amigo. Y esa idea le emocionaba. Tener un amigo de verdad. Pero quería más, quería mucho más de él. Y eso lo volvía tan aterrador como impresionante. No era una dominación, no era un poder que Ethan tenía sobre él; era esa necesidad de su compañía que le llenaba de una sensación de tranquilidad y paz. De saber que puede contar con él.

¿Por qué tenía que ser tan complicado? Aún cuando ha pasado ya tanto tiempo seguía siendo una sensación incómoda y apremiante. Estaba descubriendo muchas cosas, al final. Cosas que realmente consideró innecesarias. Puesto que sus planes iniciales eran viajar solo y estar solo cuando estuviera libre. Estar lejos del contacto fuera del necesario para evitar la locura y hacerlo funcionar de esa forma. Pero nunca había tenido un amigo. Y durante esos casi dos años que ha estado encerrado en el pueblo con como única compañía a Perséfone, el Duque e Ethan, ha aprendido a diferenciar las sensaciones. Y le agradaba saber que tenía amigos, amigos de verdad. Pero Ethan estaba rebasando sus precarios conocimientos en toda esta faceta.

Ethan jamás le pareció indiferente. Era un hombre atractivo y tenía muchos rasgos que lo volvían magnético para él. Además, debía admitir que era débil por los ojos grandes del americano y la sonrisa que tiene, y de que tenía más culo de lo que parecía. El haber aguantado tanto tiempo sin poner sus manos encima del otro hombre era ciertamente una sorpresa para él mismo. Y es que el revoltijo de sentimientos y la circunstancia en la que se encontraban hacían que aquello se volviera menos necesario o anhelado de lo que puede parecer. Puede que las necesidades físicas sean menos invasivas cuando buscar hacer sobrevivir tu cuerpo y cuando las cuestiones sentimentales estaban siendo demasiado como ahora. Ya ha vivido lo suficiente, no era algo primordial como se puede llegar a pensar. Pero ahora que las cosas han podido nivelarse, ha podido retomar esa línea de pensamientos. Y sigue sin poder comprender la gravedad del asunto. Porque era dicotómico. Le gustaba, maldición, le volvía loco Ethan Winters. Sabe reconocer la atracción cuando la siente. Deseaba tanto poder marcar esa piel blanca y escucharlo jadear su nombre en la cama. Era una calentura que no podía postergar realmente y que crecía con más y más ansias.

Sentimientos y otros Factores de SupervivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora