Marco Teórico III

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Título Alternativo: Balanceo del proceso Químico Sentimental.

~*~

Mierda, sí.

Sabía que los deseos y la atracción no eran en vano. No importaba si era por la cuestión de abstinencia o porque fidedignamente estaba ansiando por algo como eso. Ya ha pasado tiempo, dos años y algunas semanas y sabe que no podía seguir postergando algo que le parecía bastante obvio. Le atraía Karl. Físicamente le parecía guapo. Y poder irlo conociendo volvía las cosas más difíciles. A la larga, Karl no era plenamente desagradable. Era un hombre con alma curiosa de niño y dramatismo de estrella de Hollywood en su época dorada con bastantes problemas de ira. Pero era un hombre sensato y receptivo. Su manera de adaptación era impresionante y esa obstinación por buscar una respuesta y salida a lo que les ocurrió era de admirar.

Karl no era tan diferente a él, ¿no es así? Ambos estaban hechos de la misma mierda.

La sensación de aquellos labios era más de lo que podía imaginar. La cicatriz era una protuberancia bastante agradable. No eran especialmente suaves, pero eran carnosos y calientes. La barba picaba la periferia del contacto y era algo correcto. Le gustaba cómo se sentía. Y cuando Karl comenzó a seguir la caricia, se sintió especialmente aturdido. Como si un cortocircuito hubiera quemado su cabeza. Profundizó abriendo más su boca y un jadeo ahogado se atoró en su garganta. Ya había vivido bastante y pudo experimentar muchas cosas en su juventud. El sexo realmente no se volvía algo primordial o esencial. No era fundamental ni algo que siempre desee. Volvería todo aburrido. Pero sentir ese enorme cuerpo contra el suyo ponía su piel de gallina y los escalofríos encendían de manera inaudita sus sentidos. Temblaba y sus labios se quemaban contra la aspereza y amargo sabor del tabaco de la boca de Karl.

El hombre lo jaló de los antebrazos para acomodarlo mejor. Terminando en que Karl estaba sentado contra el sofá y él sobre su regazo. Pasó sus piernas a cada costado y se aferró al cuello contrario. Enredando el cabello entre sus dedos y jalando un poco. Se deleitaba escuchando a Karl gruñendo con una sonrisa contra sus labios por aquel trato. Las manos enguantadas del antiguo Lord recorrían su cuerpo encima de la tela de las ropas. El fuego seguía crispando en la lejanía. El calor aumentaba dentro de su cuerpo. Podía sentir la punta de la lengua de Karl acariciando sus labios, para que mordisqueaba con coquetería por la piel mojada. El beso se iba haciendo más y más íntimo.

Los dedos de Karl apretaba los costados de sus caderas mientras sentía esa lengua dentro de su boca. El calor sofocaba sus mejillas y correspondía con todas las ganas que deseaba hacerlo. Aprovechando para saborear y experimentar aquellas sensaciones que tanto había querido. El calor aumentaba y seguía ahogando su razocinio hasta los puntos más profundos de su mente. Aquella voz detrás de su cabeza que siempre le ha gritado lo obvio sobre sus deseos y atracciones por fin se apagaba y desactivaba todas las líneas de pensamientos. La sangre hervía debajo de su piel y sus dedos hormigueaban, ansiando más del contacto.

La sensación de la tela de las ropas friccionando, sacando jadeos y gruñidos ahogados en medio del enredo de sus lenguas era abrumador. Se separaban para recuperar la mínima estabilidad de aire, las respiraciones pesadas y sonoras de Karl sólo le encendían más y más. Ahogando un gemido al sentir lo raposo de aquella barba contra su cuello. Apretó los cabellos de Karl y en recompensa el hombre masajeó su trasero sin pudor. La sangre abandonó su cabeza y alteró todos sus sentidos hasta enviarlo a un plano inconcluso y lleno de bruma caliente y placentera. Hacía tanto que no había sido tocado, que no había sido manejado de esa forma y que no había nada que perder. Necesitaba más, necesitaba sentir más.

Desfajó la camisa de Karl y comenzó a desabrochar los botones. Karl no traía puestos sus lentes y podía ver la bruma en aquellas pupilas dilatadas. El verde brillaba con el aro dorado y enviaba descargas eléctricas por toda su espina dorsal. Los jadeos se evaporan contra la piel contraria y disfrutaba de que los grandes brazos de Karl lo cubrieran. El hombre también metió sus manos enguantadas y acarició a diestra y siniestra el camino de su columna hacia los bordes de sus pantalones y el gemido que salió de su boca fue incontrolable. La risa ahogada de Karl retumbó contra su ancho pecho. Y le ayudó a retirar la prenda.

Sentimientos y otros Factores de SupervivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora