Sentimientos y otros Factores de Supervivencia

Fase Integradora

Título Alternativo: Descubrimiento de un pasado lejano.

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El camino lo reconocería hasta los fines de los tiempos.

Lo vea por donde lo vea. Era, al final, la construcción de la simetría perfecta de la manipulación. No importaba dónde se escondiera cuando era niño. No importaba cuántas veces haya intentado fingir que no estaba en casa. Miranda siempre lo encontró en el fin del pueblo y lo llevaba a ese laboratorio cuando era necesario. Nunca le gustó el lugar. Nunca le gustó lo sucio y húmedo que era. Jamás le agradó la poca luz con la que trabajaba. Nunca olvidaría todo lo que le hicieron en ese lugar. Era ese tipo de imágenes que estaba destinado a siempre tener hasta el fin de los tiempos.

Siempre reconocería, entonces, cuando todos los senderos se conectan a uno solo. Una línea recta llena de nieve, tierra y hierba mala a través de los árboles secos y el frío viento que corre por sus lados. Era un lugar obvio y a la vez tan escondido como sólo Miranda podía hacer. Nunca supo si estaba cerca de la Mutamicete o si eran suposiciones. No quería saber cómo trabajaba Miranda. Pero siempre fue observador. Y hay detalles que no se le pueden escapar. Especialmente con el hecho de que un laboratorio como el de Mirandas, para soportar el tipo de experimentos que hacía, tenía que ser extremadamente completo. Más allá de las herramientas de tortura, las muestras y todas las fotografías que mantenían la evidencia en el panorama.

Caminaron y la cercanía de Ethan le ayudaba a no perder la compostura. Era una especie de ancla ante la efervescencia que surcaba sus venas con todo el éxtasis del acto por venir. Podría ver de una vez por todas lo que Miranda escondía. Qué otros trapos sucios tenían sobre ellos y los experimentos. Tal vez encuentren información sobre la composición de la mutamiceta, las mutaciones que ha tenido y lo que llevó a sintetizar al parásito Cadou. Claro, la respuesta siempre estuvo ahí.

Pero si no la visitaba era por un hecho simple. Ese lugar era realmente detestable para él. Nunca le gustó. Ni de pequeño, ni de joven, ni de grande. Era un maldito agujero de entrada al infierno. Lo detestaba. Lo quería borrar de su mente. Pero era necesario. Sí ahí está la información y los instrumentos necesarios para poder hacer algo con la radiación, así sería. Los instrumentos del laboratorio de Alcina eran pobres y superficiales y dudaba que los de la Reserva de Moreau sean mejores. Los suyos propios estaban enterrados en escombros y metal por culpa de una explosión intencionada. Según recuerda, Donna no hacía experimentos como tal, sólo le ponía el Cadou a los muñecos del terror que hacía, la psicótica. Así que la mejor oferta era el laboratorio de Miranda.

Por más que le llene de bilis la garganta y escalofríos por toda su piel a través del sudor frío. No dejó de caminar por los lares hasta llegar a la dirección conocida y volver a dirigirlos a ambos hacia la ubicación del laboratorio. El día seguía teniendo un poco de brillo por el poco sol que estaba atravesando las frondosas nubes congeladas. El viento corría y la monotonía de la soledad se volvía más y más sensata. No había más vida que ellos dos. No había mayor vida pensante que ellos dos. No había mayor compañía que el uno con el otro. Las laderas seguían irregulares a través de los caminos en el más allá. Y ellos seguían igual, caminando, Ethan niveló su camino y soltó su brazo. La carencia del calor era palpable y le recordaba que no estaba solo.

Que a pesar de todo lo que han atravesado, Ethan se había vuelto en una verdadera presencia constante en su día a día. Que no resultaba aburrido estar a su alrededor. Era interesante escuchar todo lo que el mundo exterior tiene de su boca. La manera en que le ha llegado a hablar de los avances tecnológicos, la sociedad y su comportamientos, la manera en que las culturas se estaban combinando unas con otras. Tantas y tantas cosas que quiere ver de primera mano. Poder atestiguar todo eso y más. Cumplir sueños de una vez por todas.