Capítulo 15

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– Buenos días, señora d'Amico

Por los grandes y bellos campos de cultivos marinos se encontraban una pequeña pero linda casa, casa que Alberto ya había visitado un par de veces antes

– Hola Alberto, ¿Cómo estás tesoro?

Nuestro querido Scorfano adoró las pocas ocasiones en las que visitó la casa de Piero, principalmente por como la madre de su amigo lo trataba

La señora d'Amico era conocida por toda la aldea como Concetta, la mujer que cultivaba y vendía pepinos de mar, sin embargo, pocos eran los que sabían lo cariñosa y dulce que era

– Muy bien señora, ¿Y qué tal usted?

– Ya sabes, todo bastante tranquilo. Adelante, pasa

Con dicha invitación, Alberto se adentró en la vivienda, se acercó a la pequeña mesa que estaba en el centro y recargó ambos brazos sobre la piedra

– ¿Gustas algo? Tengo algo del desayuno por si tienes hambre

– Ya comí, gracias

– Está bien, espera aquí, iré a buscar a mi hijo

Con una sonrisa, Alberto miró como la señora d'Amico salió de la cocina, soltó un suspiro pequeño y fijó su vista en una pequeña cicatriz que descansaba en su mano

Recordó con nostalgia el día en el que esa marca fue hecha en su mano, fue el mismo día en el que conoció y rescató a Piero de aquellos pescadores, y de hecho fue la misma madre de Piero quien curó esa herida

Sonrió recordando cómo, desde entonces, la señora d'Amico lo trata como si fuera su hijo, cosa que le hizo preguntarse si así se sentía tener una madre de verdad, él apenas recordaba a su progenitora

– Hola, Alberto

La voz de su amigo lo sacó de su burbuja de pensamientos, levantó la vista y divisó a ambos d'Amico

– Hola

– ¿Van a ir a algún lado?

Ante la pregunta de Concetta, Piero miró a su amigo esperando una respuesta afirmativa, no quería pasar todo su día cuidando los cultivos familiares, además quería pasar tiempo con Alberto

– Mis amigos y yo queremos saber si Piero puede acompañarnos un rato

Una gran sonrisa adornó los labios del joven d'Amico, ahora su mirada se posó sobre su madre quien mantenía una leve cara de pensamiento

– Está bien, de todas formas hoy no hay mucho que hacer por aquí

– Gracias señora d'Amico

Los dos chicos se miraron contentos dirigiéndose a la pequeña puerta de salida

– Piero no regreses tan tarde ¿De acuerdo?

– Si mamá

– Cuídalo bien Alberto, ¿Puedes?

Alberto aún podía notar algo de temor en las palabras de Concetta, sabía que iba a ser difícil hacer que ella de sintiera segura y cómoda con al idea de que su hijo conviva con humanos. A decir verdad no podía culparla, después de casi perder a su hijo por los pescadores entendía su preocupación

– Se lo devolveré en una sola pieza

Con eso dicho, ambos partieron de la casa nadando por los grandes cultivos comunitarios encaminados hacia la superficie

Se acercaron a la costa del pueblo donde finalmente salieron del agua, segundos después sus escamas desaparecieron dando paso a su forma humana

– No puedo creer que aún me siga tratando como a un niño

Amor marino |Luca|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora