Club (I)

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(Narrador Omnisciente)

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- ¿Entonces, me estás diciendo que tengo que usar esto para la sesión de esta noche?... Me estás haciendo una broma ¿cierto? - aún miraba incrédula el paquete que había llegado a su puerta minutos atrás, mientras mantenía la llamada con Víctor.

- No bromearia con algo como esto - se escuchó neutral la voz del mayor en la línea.

- Lamento informarle que no lo haré, Víctor - estaba muy equivocado si pensaba que ella usaría algo como eso y saldría con él así, por supuesto que no.

- Para tu mala suerte, tienes que hacerlo. Recuerda el trato que hicimos: Yo seré tu modelo y tú tendrás que compensarme, sin importar que no esté en el contrato lo que impuesto.

- Maldición - susurró al recordarlo y seguidamente soltó un suspiro - ¿Qué quieres que haga?

- Así me gusta. Para la sesión que tendremos esta noche deberás ponerte eso que envié en el paquete. Además de eso, usarás solo ropa negra, ropa que también viene en la caja, ya que ambos sabemos el mal gusto que tienes para escoger ropa.

- Serás mald-.... ¿Y para qué quieres que me ponga solo ropa negra?

- Porque esa es la principal política del club. - menciona tranquilamente.

- Espera un momento ¿club? ¿qué maldito club?.

- Pasaré por ti a las 9:00, ya sabes que hacer - y diciendo esto último colgó. Dejando con mil y un temores, dudas e insultos a Elizabeth.

●○


- No puedo creerlo ¿Por qué te pasa esto a ti Elizabeth Lou? A sí, claro. Si no te hubieras dejado guiar por tus impulsos, nada de esto estuviera pasando. - se dijo a ella misma, yendo en dirección a su habitación.

Con la caja aún en sus manos, se sentó en la cama y colocó esta en su regazo. Sus ojos se abrieron en demasia al sacar la vestimenta negra, no podía ser posible ¡tenía que trabajar doble turno durante varios meses para comprar algo así!

¿Acaso este hombre quería restregarle en cara cuánto dinero poseía?.

En fin, los primer mundistas y sus cosas.

Un chaleco de cuero negro, acompañado con unas finas y delicadas zapatillas de tacón bajo, de color negro también. Al sacar la otra prenda sus mejillas se tiñeron de rojo, era mucho más de la prenda que se imaginó ¿sólo tendrá que usar sobre esto un simple chaleco? Mordió su labio inferior al pensarlo.

¿Algo así le quedaría bien? Lo dudaba.

Y más importante, el había dicho la palabra 'club', habrán demasiadas personas como para usar algo tan indebido, definitivamente ese hombre estaba loco.

En medio de los nervios, dirigió su mano al dije que siempre cargaba en su cuello, al no encontrar aquel objeto adornando la tersa piel de su cuello, lo recordó. Cierto, lo había perdido la última vez que fue a casa del magnate, que despistada era por perder aquel collar, por segunda vez.

Este mantenía un gran valor sentimental.

Sus belfos formaron una pequeña sonrisa de lado y, como siempre, recordó el pasado.

- Rayos si mi padre se enterara de que lo perdí se reiría por tener una hija tan despistada, como siempre lo hacía - y rió con melancolía.

Diablos, a pesar del tiempo que pase, aún lo extrañaba demasiado.

Sumisión Consensuada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora