Club (II)

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(Narra Elizabeth)


Esto es un lugar totalmente diferente del que me imaginé y mucho menos es igual (o por lo menos tampoco se asemeja) a alguno de los que vi en internet.

Esto es mucho más amplio y elegante que un simple sótano. La música es tranquila y el volumen se encuentra en el punto exacto, la decoración es ostentosa pero muy delicada a su vez y la escasa luz de color rojo le da un toque sensual al ambiente.

Mi vista viaja fugazmente por todo el lugar, observando el tumulto de personas, aunque no es tan exagera para lucir sofocante. Observo desde la chica que se encuentra sentada en una silla y esta le impide el movimientos porque esta atada de muñecas y brazos a una silla y está llegando a su orgasmos con certeros latigazos que le propina su amo; al chico que tiene una mordaza en su boca y tiene una especie de arnés que está unida con unas pinzas que torturan sus pezones, su rostro solo refleja placer puro, creo que su Dueña es quien tiene una gran sonrisa en el rostro y lo observa desde un asiento frente a éste. También noto la barra de licores que se encuentra al fondo, en el cual se encuentran también sumisos encargados del lugar ¿cómo lo sé? Porque en su mayoría todos poseen un collar y es poca la ropa que los cubre.

Así, y muchas otras personas en diferentes situaciones están aquí y lo más curioso es que todos están en su propio mundo, nadie toma en cuenta a las demás parejas alrededor, esto es fascinante.

El agarre que mantiene Víctor en mi cintura se refuerza y me saca de mi ensoñación. Mi libido en estos momentos está fuera de control, pero aún tengo algo de nervios.

- Esto es una locura - le digo lo suficientemente audible para él.

- Esto es algo totalmente normal para muchos, señorita Lou. - dice con calma mientras nos dirigimos a un sitio algo apartado al resto, al que se filtra menos luz. - Iremos un poco apartado del resto para que te sientas más cómoda.

Nos acercamos a un par de muebles de cuero negro y una mesa redonda de cristal junto a algunas sillas amuebladas de varios tonos rojos. Víctor soltó el agarre que mantenía en mi cintura, colocó un maletín (que hasta ahora me doy cuenta que cargaba) y lo colocó en la mesa, tomó entre sus manos una de las sillas y la arrastró hacia mí.

Levanté la mirada y sus ojos se tornaron oscuros, me observa como un depredador a su presa. Siento como mi piel comienza a erizarse y esto me hace sentir ansiosa, rápidamente mis ojos viajan a un lugar que no sea a él. Él, en respuesta, acerca levemente su rostro a mi oído, puedo escuchar su respiración.

- A partir de ahora, entramos en sesión. Responderás como se debe a todas mis ordenes y tendrás un castigo de no ser así. ¿Te quedó claro?

Me siento incapaz de responder lo contrario, ¿es acaso miedo lo que siento? - Sí, amo - No, definitivamente es un sentimiento diferentemente.

Lujuria.

- Veamos qué eres capaz de mostrarme, amo - le sonrío, este es un juego de dos y soy demasiado orgullosa como para dar mi brazo a torcer.

Desabroché uno por uno, cada botón del abrigo, bajo la atenta y lujuriosa mirada de Víctor. Mis manos tiemblan pero me las arreglo para que eso no me impida terminar mi tarea, el aire gélido choca contra mi palido cuerpo, que solo es cubierto por la lencería, me hace estremecer ligeramente ¿acaso alguien más me estará viendo? Ni siquiera soy capaz de averiguar para corroborar mi pregunta, siento mi cara arder ¿en serio estoy a punto de hacer esto? Fijo mi vista en la silla.

- Te excita el solo pensar que alguien más puede ser capaz de verte de esta manera - lo que dice suena más a una certeza que pregunta. - No lo pienses tanto y apresúrate.

Sumisión Consensuada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora