Un precio

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(Narro Elizabeth)

Luego de un silencio demasiado incómodo por fin llegamos al dichoso restaurante, me quedé asombrada cuando entramos y observé el lugar. Era muy hermoso, todas las mesas estaban perfectamente ordenadas, la iluminación era hecha por queñas luces que estaban colocadas en el techo y hacían ver que eran como luciérnagas y algunas velas sobre cada mesa

La palabra "lujoso" se hacía notar por donde mirara.

Dorlam se acercó a la recepcionista y ella al verlo rápidamente procedió a indicarnos dónde estaba nuestra mesa, los beneficios de ser adinerado y reconocido

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Dorlam se acercó a la recepcionista y ella al verlo rápidamente procedió a indicarnos dónde estaba nuestra mesa, los beneficios de ser adinerado y reconocido. Luego de sentarnos pude notar a simple vista que todas las persona iban bien vestidas y elegantes, todo lo contrario a mi, que por lo apurada que salí esta mañana solo me puse un suéter celeste algo grande, unos pantalones negros rasgados y unos tenis negros de suela blanca...Ah, claro no hay que olvidar el echo de que ando con una coleta muy desaliñada.

Se acercó a nosotros un mesero - Buenas noches ¿Qué desean ordenar? - con movimientos algo torpes tomé el menú y al notar los precios de la comida casi se me sale el alma,claro que también trabajo en un restaurante pero no es tan lujoso y caro como este, ni un mes de trabajo cubriría el precio del plato más barato que tiene este menú.

- Dame la especialidad del día y de tomar, una botella de Vino-Tinto. - ordeno, para luego el mesero retirarse con las órdenes

- Esto, señor...

- Dime Víctor, solo tengo 27.

- Bueno, Víctor...lo siento pero no tengo el dinero para pagar ese plato, así que - dije algo avergonzada.

- Oh, no te preocupes por eso, yo pagaré y no acepto un no por respuesta - Me dijo al ver que iba a objetar por eso.

- Mm esta bien,tanta amabilidad me confunde. Se supone que sería un pequeño restaurante y esto no encaja para nada con lo de "pequeño" - haciendo comillas con mis manos - ni siquiera mi ropa encaja con todo esto.

- Para mi lo es, en comparación con otros restaurantes. Y si, es muy cierto que tu ropa no encaja, por las pocas veces que te he visto, he notado que tienes un muy mal sentido de la moda - dijo haciendo una mueca de desagrado, quiero golpearlo en este preciso momento.

- Lo siento mucho si mi ropa no es de su agrado señor ricachón, pero lastimosamente es lo que tengo. - dandole una sarcástica sonrisa. Éste hombre de verdad me saca de mis casillas.

El iba a decir algo, pero en ese momento el camarero con las órdenes lo interrumpió, agradecimos para luego comenzar a comer.

- Lastima que esa linda carita tímida y fragil tuya no encaje con tu ropa ni con tu rebelde actitud en la cama - dijo señalándome con su dedo - pero como ya lo dije, esa actitud es lo que más me atrajo - haciendome ahogar con el poco de vino que estaba tomando.

Sumisión Consensuada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora