El universo al reves

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XINORC, NEPTUNO

Marcus cayo del cielo, trato de aferrarse a la montaña con el hacha, pero fue inútil. En un par de segundos fue a dar contra un campo de moras.

Se levantó y camino unos paso hasta que Sintió una molestia en la mano. Segundos después cayó sin razón alguna.

Miro lentamente su dedo, lo habían pinchado las espinas de las bayas, eso sería un problema sin duda, trato de levantarse, pero el veneno hizo su efecto aturdiendolo.

Se quedó ahí tirado por horas y horas, hasta que un chico con una corona de flores llegó y lo ayudo, llevándolo a su casa.

Una castaña trenza caía sobre su hombro, mientras bajaba la capa blanca que cubría su espalda. En esta había una cicatriz con varias ramificaciones a ambos lados.

La cicatriz se abrió y salieron un par de Cornix. El cornix era una hermosa ave de color dorado y ojos que Llameaban en fuego al igual que su cola y alas. Eran originarias del sol.

Con un aire de grandeza las. Dos aves se pararon en la mesa cercana a Marcus y lo observaron.

Lawrence tomo un recipiente de plata y lo acerco a las aves, quienes levitaron en un vuelo corto antes de volverse a parar en la mesa y mirar con curiosidad el plato.

Entonces la más grande adelanto a la otra, que solo le lanzaba a mordiscos al plato, y se metió dentro del recipiente.

Ahí encendió sus plumas y comenzó a dar vueltas en forma de tornado mientras de sus ojos y pico salían chorros de un líquido reflejante de color dorado.

Después. El ave volvió junto a la otra y volvió a encenderse para checar los chorros que aún salían por sus ojos y pico.

Entonces Lawrence tomo el recipiente y con una sonrisa, murmuró.

—Oro —Las hembras cornix podían hacer oro, mientras que los machos eran buenos rastreando. —Adentro.

Las aves al escuchar la orden comenzaron a volar, apareciendo y desapareciendo como en una danza de pareja por los cielos, que Lawrence admiro.

Segundos después aparecieron cerca de la cicatriz de Lawrence, que ahora se encontraba abierta, y entraron en ella.

Cuando las aves hubieron estado encerradas, Lawrence tomo el recipiente y lo vertió en una olla, dónde ya tenía otras especias y miel de abeja.

Lo mezcló todo y cuando acabo comenzó a meter el remedio en la boca del chico que había encontrado. Eso curaría los huesos rotos y contrarrestaria los efectos de la planta venenosa en la que había caído.

Se levantó le hizo una reverencia y acomodando su capa, procedió a retirarse. Iría a buscar a su hermana para que lo ayudara con el desconocido.

Salió al pueblo, sin embargo sabía que era peligroso ir solo, asi que abrió su cicatriz y saco un enorme lobo que era casi tan grande como la casa de la que salían.

Camino con el canino siguiéndolo de cerca, al entrar al pueblo, se dirigió directamente a la cantina, dónde sabía de sobra que Tarquila trabajaba.

Al entrar un montón de hombres comenzaron a chiflar y gritar, aunque el ignoro todo y se dirigió directamente a la barra, dónde Tarquila lo volteo a ver sorprendida.

—¿Que haces aquí? Sabes que es peligroso para ti estar en el pueblo, después de lo que pasó —Lo reprendió su hermana.

—Lo se, para mí no es fácil, pero hay una causa más grande. —Comento.

—¿que causa? —interrogo Tarquila interesada.

—Hoy mientras recogía moras un chico cayó del cielo, no había nada que lo hubiera mantenido allá arriba, tampoco tenía alas ni nada por el estilo, solo cayó de la nada —Le contó Lawrence haciendo ademanes —Lo cure con especias, miel y oro de una cornix. Ya está mejor, pero no sé que hacer cuando despierte.

GUARDIANES | LA OSCURIDAD: FASE 1, PLUTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora