Mérope Malfoy es una orgullosa Hufflepuff, no tenia las mismas creencias que su familia, era alegre y extrovertida. Además que daba su opinión sin importarle el que dirán.
Ahora que esta a punto de iniciar su cuarto curso en Hogwarts, Mérope se dar...
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CAPITULO TREINTA | DEPARTAMENTO DE MISTERIOS
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HARRY HABIA CREADO UN PLAN PARA RESCATAR A SIRIUS. Primero que nada tenían que comprobar que Sirius realmente se encontraba en peligro, para esto el chico Potter había entregado al despacho de Umbridge, desafortunadamente Kreacher les confirmo que no se encontraba en Grimmauld Place.
Luego de que consiguieran distraer a Umbridge la gran mayoría de alumnos que formaban parte del ejercito de Dumbledore se habían reunido para ir al ministerio: Neville, Luna, los hermanos Potter, Hermione, Mérope, Ron, Susan y Ginny.
—Hace frio...—comento Ginny cuando ya estaban en el departamento de misterios.
—Dijiste que era el pasillo numero noventa y siete—hablaron Mérope y Hermione a la vez mirando a Harry.
Susan suspiro mientras sus manos temblaban.—Deberíamos darnos prisa.
Se dirigieron a la derecha mirando los números en las estanterías, bajo cada una de las bolas había una pequeña etiqueta amarilla. Cuando llegaron hacia el pasillo donde Harry había visto a Sirius en su sueño se dieron que allí no había nada.
Mérope empezó a mirar a su alrededor sin prestar atención a la conversación que mantenían los demás, sentía un mal presentimiento dentro de ella.
—¿Qué sucede?—escucho que Evan le susurraba al oído.
—Algo no esta bien...—se paso la mano por toda su cara.
—Muy bien Potter, ahora date la vuelta muy despacio y dame eso—una voz que Mérope conocía perfectamente la saco de sus pensamientos.
Cuando la rubia se dio vuelta sus ojos empezaron a cristalizarse al ver a su Lucius allí, sus miradas se conectaron por segundo. El hombre apretó los labios ya que tampoco esperaba verla allí, pero decidió concentrarse en Harry.
—Dame eso—dijo Lucius Malfoy estirando su brazo—Dame eso.
—¿Dónde esta Sirius?—pregunto Harry.
—¡El señor tenebroso nunca se equivoca!—exclamo una mortífaga triunfante.
La mortífaga se quito la mascara dejando ver a Bellatrix Lestrange, alzo la varita en dirección a Mérope. Sin embargo, frunció un poco el ceño ya que le resultaba familiar.
—¿Es la hija de los traidores?—le pregunto a Lucius—Ya sabes... Lydia y Régulus.
Lucius asintió levemente sin quitarle la vista a su sobrina, de pronto continuaron nuevamente la conversación sobre la profecía y Voldemort, hasta que los hechizos empezaron y el ejercito de Dumbledore comenzó a correr.
—¡Que nadie ataque a mi sobrina!—ordeno Lucius Malfoy.
—¡EXPULSO!—grito Mérope apuntando a un mortífago que estaba a punto de atacar a Neville.
La rubia siguió corriendo hasta llego a donde se encontraba Hermione, ambas empezaron a atacar a los mortífagos con todos los hechizos que conocían. Mérope lanzaba maleficios que había aprendido en uno de los libros de su padre.
En aquel instante se abrieron las puertas y por ellas entraron cinco personas: Sirius Black, Tonks, Alastor Moody, Remus Lupin y Kingsley.
Ambos bandos se lanzaran hechizos mutuamente mientras que Mérope junto a Evan intentaban proteger a los menores
—¡DUMBLEDORE!—grito alguien de pronto.
Varios mortífagos trataron de huir, pero el hombre lo impidió. Los únicos que continuaban luchando eran Sirius Black y Bellatrix Lestrange, ajenos a la presencia de Dumbledore.
—¡Vamos! ¡Tu puedes hacerlo mejor!—exclamo Sirius mientras reía.
—¡AVADA KEDAVRA!—grito Bellatrix apuntando directamente al pecho del hombre Black.
Sin embargo, el maleficio nunca le llego, ya que Mérope Malfoy se interpuso dándole a ella en su lugar.
—¡NO! ¡NO!—los gritos de Susan y Evan llenaron el departamento de misterios. Hermione estaba en shock sin moverse, intentando analizar lo que estaba ocurriendo.
Sirius estaba en el mismo estado de la Gryffindor, quieto en su sitio con los ojos abiertos mirando como su sobrina poco a poco se fue haciendo para atrás debido al impacto del maleficio, hasta que llego al el velo de la muerte.
—Mi tío, mi responsabilidad—murmuró la rubia mirando a Sirius directamente a los ojos.
—Mérope...—hablo Hermione mientras que las lagrimas empezaban a deslizarse por sus mejillas.
El cuerpo de la chica Malfoy poco a poco se fue elevando por el velo de la muerte, hasta desaparecer con una sonrisa en el rostro.
