Cuando las puertas del ascensor se cierran, llevándose consigo a Atlas, por fin suelto la respiración que había estado aguantando. Me estoy hiperventilando, mi cuerpo está caliente por la adrenalina y puedo apostar que tengo las mejillas como dos rojos tomates.
– ¡Tranquila, respira! – me ordeno en voz baja.
Juro que desde aquél beso en su oficina, mis piernas se sienten como gelatina. Y es que, por Dios, ¡ésa boca que tiene, aún puedo sentirla sobre la mía!
Por instinto acaricio mi labio inferior, pero al darme cuenta de lo que estoy haciendo, me reprendo mentalmente y retiro la mano.
¡¿Por qué Atlas tiene que ser tan guapo?!
El asunto es que siempre lo ha sido, solo que hasta ahora lo noto con total claridad.
«¡Bendita suerte la mía!»
Al escuchar que alguien se acerca caminando por el pasillo, vuelvo a enfocarme para hacer lo que he venido a hacer, que es trabajar. Con mi determinación renovada y la frente en alto, me voy en busca de la tal Siena.
En cuanto llego al final del pasillo, me recibe su asistente, que me indica que la señorita Welch ya me está esperando.
– Señorita Miller, bienvenida – me saluda Siena en cuanto entro por la puerta.
– Gracias, señorita Welch – respondo.
– ¿Te parece si nos tuteamos? La verdad es que me parece raro hablarle de usted, a las personas menores de cuarenta años – agrega medio en broma.
– Claro, no hay ningún problema, también lo prefiero así – sonrío de acuerdo con ella.
– Excelente, por favor toma asiento, tengo tu contrato justo aquí.
Hago lo que me dice y mientras busca entre sus carpetas, agrega – Atlas me ha dado instrucciones específicas para la redacción de tu contrato, pero de igual forma me gustaría que lo revisaras con calma para verificar que está incluido todo lo que acordaron.
– Por supuesto, lo que acordamos – contesto en automático, aunque no tengo ni la menor idea de lo que está hablando.
– Aquí tienes, tómate tu tiempo. Yo vuelvo enseguida.
– Sí, gracias – suelto antes de que salga de la oficina.
Empiezo a leer hoja por hoja y no parece haber nada fuera de lo normal. Lo único que me inquieta es que el contrato está por un tiempo indeterminado, eso significa que podría estar trabajando en la firma por un mes o hasta por diez años.
También hay una cláusula de no competencia laboral, lo cual en mi caso me parece innecesario, pero que seguramente es algo habitual para todos los empleados. Solo digo, que no es como si al dejar de trabajar en Archer Scott & Asociados, fuera a llevarme a los clientes conmigo. Eso sería completamente inaceptable.
Al llegar al apartado de "Honorarios", me quedo con la boca abierta al ver la cantidad escrita allí. La suma es superior a lo que había pensado, además que especifica, que por cada cliente nuevo que lleve a la firma recibiré un bono extra.
– ¡¿En serio?! – exclamo en voz baja.
Luego de superar la impresión inicial, termino de leer y confirmo, que de mi acuerdo con Atlas, obtendré mucho más de lo que habría imaginado. Y es que él me ha contratado como abogada en el empleo de mis sueños, y me dejará vivir en su elegante casa, ¿todo a cambio de qué? De convertirme en su perfecta esposa, tener que actuar cariñosamente con él en público y lo más difícil de todo «sí, lo digo con sarcasmo», dejar que me bese con sus lindos y carnosos labios.
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Si te quedas conmigo
Lãng mạnAtlas Archer, es un adicto al trabajo que no tiene tiempo para el romance, pero que por cuestiones que escapan de su control, se ve obligado a casarse en tiempo récord, con el fin de ganar la custodia de su único y amado sobrino. Maxim Miller, una t...