Una vez en el taxi, llegar al edificio de Alli no se nos complica en absoluto. Algo que definitivamente no puede decirse de las docenas de escaleras que debemos subir para llegar hasta su apartamento.
Cuando vamos por la mitad casi nos damos por vencidas, nos tumbamos en uno de los escalones y descansamos un poco para reponernos.
– ¡Carajo, Allison! ¿Qué te ha pasado? – suelta un tipo fornido, el cual va subiendo con las bolsas de su compra.
– Una jodida banana, eso me ha pasado – le explica Allison ligeramente sofocada.
– Entiendo, las calles sucias de Nueva York son una mierda. Ahora andando, te llevo a tu casa – responde el hombre y me entrega lo que lleva en las manos.
– Te amo, Jesse, ¿lo sabías? – le dice mi amiga mientras la toma entre sus brazos.
– También te amo, cielo, incluso un poco más que a Charlie – confiesa él con complicidad.
– Hey, no lo digas ni de broma, quiero seguir viva – suelta Alli siguiéndole el juego. – Por cierto, te presento a mi amiga Maxim – me señala. – Max, él es Jesse, mi vecino y el amor de mi vida – indica dramáticamente.
– Un placer, Jesse – le digo a una pared de músculos, pues voy detrás de ellos.
– Igualmente, preciosa – responde viéndome de reojo.
– Oye, que me voy a poner celosa – se queja mi amiga.
Jesse ríe sonoramente antes de agregar – Vamos, sabes que tengo mucho amor para dar.
– Lo sé, es tu mejor y tu peor cualidad – concuerda ella.
Pasamos el resto de la mañana en compañía de Jesse, el carismático y adorable vecino de Alli, del cual no tenía ni idea. Y, de hecho, es tan agradable que incluso yo ya he empezado a amarlo. Nos hace reír a carcajadas y él mismo se parte de la risa cuando mi amiga le cuenta cómo ha sonsacado a algunos doctores de urgencias para conseguir sus números telefónicos.
Sin embargo, apenas dan las dos de la tarde se despide de nosotras para ir al trabajo.
– Chicas, si necesitan ayuda no duden en llamar a Charlie, llega a casa como en una hora – dice antes de irse.
– ¡Gracias, Jesseeee! – contestamos ambas al unísono antes de que salga por la puerta.
Luego de eso vemos un poco de televisión, le doy sus medicamentos a Alli y la dejan tan relajada que toma una obligada siesta. Así, mientras mi amiga duerme decido aprovechar el tiempo y llamar a mi marido.
– Señora Archer, estaba a punto de llamarla – responde y sé que está sonriendo.
– Vaya, al menos esta vez voy un paso por adelante – me río.
– En efecto, cariño... – hace una pausa. – ¿Cómo está tu amiga?
– Bueno, justo ahora está tomando una siesta, pero en términos generales se encuentra bien. Tendrá que usar una férula y muletas por unos días, nada que no pueda arreglarse – le explico.
– ¿Y quién se quedará con ella?
– Sus padres ni pensarlo.
– ¿Eso significa que te ofrecerás como voluntaria?
– Alli me necesita y no puedo dejarla, ¿lo entiendes verdad?
– Claro que lo entiendo, pero también yo te necesito. ¿Qué te parece si invitas a Allison a pasar unos días con nosotros? La señora Weber puede encargarse de ella mientras no estamos y así te sentirías más tranquila – sugiere.
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Si te quedas conmigo
RomanceAtlas Archer, es un adicto al trabajo que no tiene tiempo para el romance, pero que por cuestiones que escapan de su control, se ve obligado a casarse en tiempo récord, con el fin de ganar la custodia de su único y amado sobrino. Maxim Miller, una t...