El doctor Willis me da el alta poco después de las tres de la tarde. Y aunque soy perfectamente capaz de salir por mi propio pie, Atlas insiste en llevarme en una silla de ruedas. Solo acepto porque lo único que quiero es irme y si me pongo a discutir con mi marido para tratar de convencerlo de que estoy mejor que bien, solo alargaría mi estancia en el hospital.
Así que, no gracias y bienvenida seas silla de ruedas.
Salimos al estacionamiento y busco con la mirada el auto de Atlas. Miro por todas partes, pero no veo a Benjamin por ningún lado. En eso, nos detenemos frente a un Mercedes Benz deportivo y me resulta conocido, estoy casi segura de que lo he visto aparcado en el edificio de mi marido. Miro en asiento del piloto, pero está vacío.
¡No me lo creo!
– ¡Es tu auto! ¡¿Vas a manejar?! – le digo a Atlas casi acusándolo.
– Qué perspicaz, señora Archer – me sonríe de lado.
Desbloquea las puertas con el mando y me lleva al lugar del copiloto. Casi me subo de un brinco, el interior del auto es súper elegante y cómodo, definitivamente vale cada dólar que Atlas se haya gastado en él.
Y es que, aunque gran parte de mi adolescencia siempre soñé con montar un auto así, nunca pude hacer mi sueño realidad, pues los autos de mis padres a pesar de ser caros y elegantes, la mayoría de las veces se trataban de camionetas blindadas y limusinas.
– Es un auto precioso, deberías conducirlo más seguido – le sugiero apenas toma su lugar detrás del volante.
– De hecho, estaba pensando en venderlo, solo tiene dos asientos y una vez consiga la custodia de Noah, no nos servirá de mucho – se encoge de hombros. – Pero si a ti te gusta, quizás sea una buena idea conservarlo – me guiña un ojo antes de arrancar.
Avanzamos por las calles de la ciudad, es un día bastante tranquilo pues la mayoría descansa para empezar con buen pie su rutina del inicio de semana. Paseamos por un rato y yo estoy encantada, pero al poco me doy cuenta que nos dirigimos a la salida de la ciudad y no a casa.
– ¿A dónde vamos? – le pregunto a Atlas solo para asegurarme.
– Vamos a nuestra casa de descanso en Los Hamptons – responde con una sonrisa.
– ¿No te parece que es un poco tarde? Mañana debemos trabajar y llegaremos cansados por el viaje – trato de persuadirlo, pues por muchas ganas que tenga de pasear por la playa, sería mejor si lo hacemos cuando tengamos más tiempo.
– De hecho, pasaremos allá toda la semana – suelta sin más.
– ¡¿Cómo?!
– Resulta que algunas personas en la cena de anoche notaron lo de tu accidente y supongo que alguien debió dar aviso a los medios porque nuestro edificio se encuentra rodeado por reporteros – me explica.
– Pero, ni siquiera soy una persona famosa. ¿Por qué querrían saber algo acerca de mí? – digo sin comprenderlo del todo.
– Bueno, por mucho que no queramos, estamos rodeados de clientes de alto perfil y eso hace que el interés en nosotros aumente. Además, luego de la publicación de nuestro compromiso en el New York Times y de que tus padres se hayan encargado de utilizarnos para mejorar sus relaciones sociales, nuestros nombres se han vuelto más sonados.
– ¿Qué quieres decir con que mis padres nos han utilizado?
– No había querido comentártelo, pero al parecer tu padre tiene pensado postularse para el senado. Y ha llegado a mis oídos la noticia de que él ha dicho que nosotros estamos apoyando su campaña cuando ni siquiera estábamos enterados – se encoge de hombros.
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Si te quedas conmigo
RomanceAtlas Archer, es un adicto al trabajo que no tiene tiempo para el romance, pero que por cuestiones que escapan de su control, se ve obligado a casarse en tiempo récord, con el fin de ganar la custodia de su único y amado sobrino. Maxim Miller, una t...