Un Recuerdo

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Una pequeña de larga melena pelirroja temblaba de frío fuera del instituto aquella mañana de finales de noviembre. Podía ver perfectamente su aliento cada vez que abría la boca para darle una calada a su cigarro, y sentía que le temblaba hasta las células muertas, eso sí, no sabía si era de frío, nervios o expectación.

El sol apenas asomaba y todavía faltaba media hora para que se abriesen las puertas. Maldijo para sus adentros por no haberse llevado consigo un par de guantes y algo de manteca de cacao para los labios, pues los sentía resecos y agrietados. Tiró la colilla del cigarro y guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

- Hostia puta, qué frío –murmuró con voz temblorosa. Amaba el frío, claro que sí, pero en esos momentos extrañaba el mimoso calor de la primavera.

Se le tensó el cuerpo cuando vio a la altísima castaña por la cual estaba allí doblando por la esquina. Esta le dedicó una sonrisa chueca, enmarcada por unas mejillas rojas debido a la helada, y la pelirroja sintió que su interior se revestía de esa cálida y conocida sensación que se repetía en cada uno de sus encuentros.

"Venga, Alba, no actúes como idiota ahora" pensó, cuando la castaña estaba a pocos pasos de llegar a ella. Se saludaron con dos besos en la mejilla y un corto abrazo. La tensión podía cortarse.

- Buenos días, Albi –el saludo fue tímido y entre dientes, y Alba entendió que no era la única que estaba nerviosa.

- Buenos días, Nat –devolvió con voz ronca.

- ¿Llevas mucho rato esperando? –se la notaba apenada, y la pelirroja dedujo, por sus ojos hinchados, que se había quedado dormida.

- No, no te preocupes, cinco minutos o así –la tranquilizó.

- Ella, puntual –era un intento por parte de Natalia de romper un poco el hielo, y Alba se mordió el lado interno de la mejilla para no potar de la ternura que le provocaba.

- Ya, bueno, no todos los días se tiene que hablar con la chica del insti que te mola –bromeó.

Natalia la había llamado la tarde anterior. Se la notaba apenada, ligeramente triste. No habían tenido oportunidad de hablar mucho, pues la llamada fue corta y concisa.

"¿Nos vemos mañana fuera del insti media hora antes de que abran las puertas, porfi?" le había dicho, y Alba no pudo negarse. Hacía poco tiempo que Natalia lo había dejado con su Mikel, que miraba a Alba como si fuese el ser humano más despreciable en este planeta cada vez que la cruzaba por los pasillos de la escuela. Hacía días nada más que Natalia le había cantado aquella canción, y que habían compartido aquel beso casto, corto y sencillo, que les dejó con ganas de más tras ser interrumpido por la tía de la castaña.

No habían hablado del tema después de ello, no habían podido verse con el fin de semana de por medio, por lo que la castaña se había tomado aquellos días con calma, intentando aclarar su mente. Tenía claro que le gustaba Alba, y al parecer era correspondido, pero necesitaba sincerarse consigo misma: ¿quería, realmente, arriesgarse por aquella pequeña pelirroja cuyos ojos le derretían el corazón?

- A ver, voy a empezar –dijo Natalia, removiéndose bastante inquieta en su lugar. Alba se tensó ligeramente y, luego de dar un largo suspiro, miró a los ojos de la castaña.

- Tranquila, no te apures –murmuró, acariciándole el brazo en un gesto cariñoso. Ambas sentían cómo se les revolvía el estómago de ansias.

- Vale, sí, es que... uff –echó la cabeza hacia atrás un segundo y luego volvió a fijar su mirada en el rostro de la más bajita, que le regalaba una sonrisa dulce y apacible-. Es que me pones nerviosa, Albi. Me gustas tanto que cada vez que estoy cerca no puedo evitar ponerme nerviosa y no conectar una idea, es como si se me rompiese el cerebro, ¿sabes?

La Pequeña Familia || ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora