Epílogo (¿1?): De amores adolescentes, música y llegadas tarde

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El timbre de la casa sonó y, medio segundo después, una voz ronca se oyó desde el baño gritar "¡Yo voy!". Natalia, que comía su ensalada tranquila en la mesada, miró a Alba, que masticaba rápidamente un sándwich integral de tomate, lechuga, queso y mayonesa vegana. Ambas negaron con la cabeza mientras sonreían. Unos momentos después, una cabellera rubia apareció corriendo rápidamente por el pasillo, atravesando la cocina hasta la puerta. Olivia se apresuró a abrir, con una sonrisa de tonta en el rostro.

- Hola, amor –murmuró, deseando que sus mamás no la escuchasen. La risilla a sus espaldas le dijo que su deseo no se había cumplido.

- Hola –la saludó la chica frente a ella, arrugando levemente la nariz cubierta de pecas. Luego, con gran valentía, se inclinó y dejó un tierno beso en los labios de Olivia, a quien casi le da un vuelco al corazón.

- ¿En serio? ¿En frente de mi ensalada? –gritó Natalia con una sonrisa maliciosa. Se oyó la risilla cómplice de Alba y Olivia rodó los ojos, girándose en su lugar para ver a sus madres.

- Eso es tan vintage, mamá –se quejó la chica, intentado evitar una sonrisa ladeada.

- Decir vintage también es vintage –apuntó Natalia, señalándola con el tenedor y con las cejas alzadas en gesto de triunfo.

- Lo sé –replicó Olivia con una sonrisa.

- Venga, vale de sus tonterías. Olivia, ¿no vas a dejar que pase Neda? Además se sale todo el aire acondicionado, amor, entrad porfa –se quejó Alba apurando un vaso de agua.

Neda y Olivia entraron a la casa, y la rubia le dio indicaciones muy precisas a su novia de que esperara sin hacer caso a sus madres, que ella se cambiaría la ropa y estaría lista.

Neda se sentó en el taburete frente a Natalia, acatando una orden implícita de esta, no sin antes frenarse a saludar a dos gordos y viejos gatos que dormían en el sofá, junto con otra gris más pequeñita y gris a quien habían bautizado como "Queen II", "Queen Segunda" o simplemente "Queenie".

Neda llevaba toda una vida siendo la mejor amiga de Olivia, y cuando descubrió que sus sentimientos por ella iban más allá de eso, y que además era correspondida, se sintió feliz de tener un lugar tan seguro como el hogar de Oli para poder ser ella misma y expresar lo mucho que quería a su chica de ojos verdes. Le había costado horrores contárselo a sus hermanas, pero cuando al fin lo hizo, le brotaron lágrimas desbordadas al encontrarse rodeada por el abrazo tanto de Noelia como de Nuria. Ya ninguna era aquella pequeña insolente o sumisa que habíamos conocido algunos años atrás.

Desde el minuto cero, cuando se presentaron oficialmente como una pareja, se sintió completamente acogida por el cariño y afecto de la familia de Olivia, y aunque ella era tímida por naturaleza, estando en aquella casa se sentía mucho mejor que en ningún lugar. Aunque tuviese que soportar algunas miradas traviesas por parte de las señoras Reche-Lacunza o algún comentario con doble sentido.

Mientras observaba a las dos mujeres mayores devorar los últimos resquicios de su comida, se puso recta inmediatamente en su lugar recordando que tenía algo muy importante a la morena. Como si fuese un tic nervioso, se echó una de las largas trenzas hacia atrás, y miró directamente a Natalia, quien le devolvió la mirada algo extrañada.

- Natalia, que se me ha olvidado decírtelo –dijo a la carrerilla y con los ojos muy abiertos.

- ¿Qué pasa, cari? –preguntó la mujer medio masticando en el camino de la oración. Su esposa, detrás de ella, también estaba completamente atenta.

- Que hoy ha ido mi tía Marilia a recogerme de cole e íbamos escuchando la radio en el coche, ¡y ha salido una canción tuya! –exclamó con una sonrisa enorme en aquel rostro pálido y pecoso.

La Pequeña Familia || ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora