Recuerdo que de niño temía a la oscuridad.
Cada momento en que me encontraba sólo sentía el miedo de que creía no estarlo, mi piel de niño cobarde se achinaba y entonces creaba ideas, de que era verdad, de que no estaba sólo, de que algo no precisamente bueno me acompañaba. Que iluso me siento ahora, tan sólo era un pequeño asustado expandiendo su timidez, miedo e inseguridad, el cual se atacaba así mismo al saber que nadie estaba ahí.
Es el tiempo quien reanima, mortifica y enseña. Pero para mi nunca hubo tiempo exacto de aprender a sanar, sufrir y experimentar.
Era sólo ese niño que estaba al azar, danzando en escalones desequilibrados de miedo.
Que eficaz se vio el tiempo al explicar que yo no temía a la oscuridad...
Temía a mi mismo.
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¿Y nuestro arcoiris después de la lluvia?
RandomIampj, a mis dieciséis aprendí el valor de mis letras. El significado de que cada paso, por mínimo que sea, es extraordinario.