13 - Estás en mi sangre, estás en mis venas, estás en mi cabeza

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-¿Qué mujeres me gustan? Veamos. Creo que las que tienen cabello largo -explicó un joven rubio de 20 años, apoyado sobre una pared y con una distintiva sonrisa en el rostro.

-Vamos, Zeke. Eso es muy genérico. ¿Alguna característica o cualidad? -regañó un hombre de mediana edad.

-Mmm, no lo sé, señor Hoover. No tengo un tipo.

-Pues debes ir pensando en eso, hijo. Sino terminarás con dos niños apuntando con un arma a un blanco de práctica -señaló Hoover a sus hijos pequeños- Oh, ¡muy bien, Alex! Lo hiciste de maravilla de nuevo -acercándose a la niña de 10 años.

-Mi hermano también lo hizo bien -dijo la pequeña niña, viendo a su hermano mayor- Zeke dijo que si lo hacíamos bien, nos daría helado -recordó sin vergüenza.

-Tú sí qué eres despierta, pequeña Hoover -le dijo Zeke a la niña, palmeando su cabecita- Creo que ese es mi tipo, señor Hoover. No me molestaría que una mujer determinada sea mi esposa en el futuro.

La alarma de mi teléfono evocó la dura realidad de lo que parecía ser un sueño

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La alarma de mi teléfono evocó la dura realidad de lo que parecía ser un sueño. Sobé mis ojos con dificultad y recordé que aquello no era un sueño, sino un recuerdo. Pero... ¿lo era? Papá estaba ahí, y esos recuerdos no son para nada gratos. Mi consuelo, algo tonto, quizás, era que Zeke estaba en ese sueño, pero mi desgracia era que otra vez habia despertado en esa cama.

Y otra vez estaba sola. Me levanté con todo mi cabello alborotado, como de costumbre. Saqué ropa de mi mochila, me vestí y me dirigí al baño de la habitación, todo ello con una angustia en el pecho que no podía explicar.

-Buen día -saludé al dueño de casa, luego de haberme vestido y maquillado.

-Alex -saludó Ackerman tomando té y viendo noticias desde su tablet- ¿Café?

-Por favor -respondí casi en un susurro, sentándome en la amplia mesa del comedor.

Estuvimos unos minutos sin decir ni una palabra. Yo solo tomaba café y miraba a un punto fijo, con ese ápice de dolor que se manifestaba de vez en cuando.

-Estás inusualmente callada -dijo Ackerman cortando con el silencio.

-Puede ser -fijé mis ojos en él con detenimiento.

-¿Dormiste mal? -preguntó.

-No. Simplemente tuve una especie de pesadilla -expresé por lo bajo, con la mirada ahora ubicada en la taza en mis manos.

A medida que iba tomando el primer café del día, me concentraba en no ahondar sobre el tema, aunque Ackerman tampoco me preguntó demasiado. Es verdad que todo lo que me recordaba a papá me era muy amargo, pero el hecho que más me pesaba era reconocer que ciertas decisiones en mi vida se basaban en cumplir las expectativas de un hombre barbudo en sus treinta.

¿Le gustaban las mujeres con cabello largo? Pude cumplir con eso ¿Quería que una mujer sea determinada? También estaba dispuesta a eso, y creo que lo venía logrando ¿Su pasatiempo era la lectura? Pues, apliqué a una pasantía por ese motivo ¿Y qué pasaba si le daba órdenes a una mujer y ella las seguía al pie de la letra? Pues, Zeke, espero que también te guste eso, porque estaba haciendo un trabajo más que excepcional.

Los Pecados de Alexandria (Alexandria's Sins) [Levi/Reiner/Porco/Zeke x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora