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Una tarde oscura, solitaria, triste. Bajo la lluvia, un funeral en curso. Muchas personas de luto, diciendo adiós a un cuerpo inerte que hace días era una persona como otra cualquiera, sana y feliz.

Veinte sillas a la izquierda y veinte a la derecha, miraban al ataúd. En primera fila, Conway, Volkov, Ivanov y más policías. Entre ellos, un asiento vacío. Víktor Volkov se levantó de su asiento. Conway le miró y puso una mueca, preguntando qué hacía. Volkov movió la cabeza, señalando a un muro no muy lejano, donde Horacio estaba sentado con las piernas recogidas y la cabeza gacha.

Conway suspiró y se frotó los ojos, para después mirar a Volkov y asentir. El comisario se puso en pie y se dirigió al chico, mientras las palabras del cura se oían cada vez menos, y unos sollozos desgarradores se oían cada vez más. Volkov cerró los ojos, sintiendo el dolor de su compañero. No era el momento de declararse, debía consolarle. Lo que necesitaba Horacio era un hombro sobre el que llorar, no un novio.

Un flashback pasó ante los ojos del ruso.

Cuando los policías aseguraron la zona tras escuchar disparos, bajaron a comprobar la situación, que Volkov había visto desde lejos. El subinspector Dan había matado a Greco. Un disparo entre ceja y ceja, Greco había muerto al instante. Sabía también que Dan no había tenido opción, hizo lo que Conway había ordenado.

-Mejor perder un agente que dos, recuerdenlo siempre -había dicho.

Bajó deprisa, dispuesto a echar en cara a Dan su decisión. Al llegar, se sorprendió al verlo tendido en el suelo, junto a Fred y el cuerpo inerte de lo que fue Greco. Volkov vio bajar a Conway e ir directamente a los agentes que habían sobrevivido.

-Comisario Volkov, vaya con Dan -pidió Conway con la voz rota, y después habló por radio- "Necesitamos un 10-38 en nuestra 10-20"

Volkov obedeció, y fue con Dan.

-Vol-volkof... -dijo con mala pronunciación, a oídos de Volkov- Quíteme la ma-máscara... me cuesta... respirar...

-Conway, el subinspector Dan pide aire, ¿puedo retirarle la máscara? -dijo llorando, sin girarse a mirar a Conway, que estaba junto a Gustabo sin máscara.

-Sí, Volkov... Es mejor que lo hagas, puedes mirarle. Quizá sea la última vez que lo veas... con vida -dijo con sufrimiento notable.

Volkov le quitó la máscara. Se quedó sin aire al ver que el subinspector no era otro que Horacio.

-¿H-horasio? -dijo Volkov cubriendo su boca con la mano.

-¿H-horacio? -el flashback acabó.

Horacio levantó su cabeza, buscando con la mirada al procedente de esa voz. Se veía fatal; ojos rojos e hinchados, rostro pálido con oscuras ojeras, la nariz roja y el pelo despeinado (según Volkov, con el pelo mojado bajo la lluvia se veía sexy)

-Ah, hola, Volkov -dijo Horacio, con una voz mucho más apagada que de costumbre.

-¿Pasa algo? -preguntó el ruso, sentándose al lado de Horacio.

-¿Que si pasa algo? -preguntó con sarcasmo el chico- Claro que pasa algo, Víktor. Pasa que toda esta gente está hoy aquí reunida y deprimida por mi culpa.

-A ver Horasio... -empezó el comisario.

-No, nada de a ver Horacio -interrumpió- Si solo fuera eso... Mira a Gustabo. Ni tan siquiera puede mirarme a la cara. Me odia, Volkov. Me odia con cuerpo y alma.

-Horasio, debe de darle tiempo a Gustabo. Ha sido un golpe para él, eso es todo. Tienes que darle un espasio, está afectado por lo ocurrido -razonó Volkov.

-No, no lo entiendes. Tú no puedes entenderlo -dijo llorando- Gustabo y yo siempre hemos sido como hermanos. Ahora ya nada será como antes.

-Horasio, yo... -dijo Volkov, sin saber en realidad cómo consolar a Horacio- No seas tan duro consigo mismo, debes de aceptar las cosas como son, y salir de este transe.

-Volkov, ya sé que no puedes ayudarme. Hágame el favor y deje de intentar hacerlo -dijo en el preciso instante en el que todos se pusieron en pie, camino a sus casas.

Horacio aprovechó el momento para infiltrarse entre la muchedumbre e ir en busca de su coche.

Mientras tanto, Volkov buscaba a Conway para decirle que Horacio se había ido, y que estaba preocupado por él. Estaba demasiado afectado, y no debía saber controlar sus emociones.

Aprovechando que la multitud se había puesto en pie, Horacio se escabulló entre las personas. Llegó a su patrulla, donde ponía "héroe" y se quedó leyendo la palabra.

-Un héroe de mierda, sí -escupió Horacio.

Se subió en el coche y condujo sin mirar atrás.

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¡Weniis! Ay mai, que nervios. Me puse tensa hasta yo escribiendo esto JAJAJA.

En el próximo capítulo ...

-Horacio ... -Conway iba a hablar.

-No. Lo siento. Usted sabe que le quiero, ¿no? y a Volkov. Dígaselo. Y dile a Gustabo que... que lo siento. Y que le quiero. Que  le quería. ¿Harás eso por mí?

•Cu4tro.

Horacio Pérez. Los héroes también caen. (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora