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Siento como si el tiempo se detuviera en este momento.

No logro moverme, no sé cómo reaccionar, me quedo estática esperando el momento en que el guardia retire la tapa de la caja, me descubre y arruine todo el plan. Y justo en ese momento, se armará un fuerte escándalo por el hecho de que la hija de uno de los matrimonios más importantes de Ciudad Celeste este escapando.

Comienzo a imaginar todos los posibles escenarios que pasara en cuanto me descubran y en cuanto me regresen a Ciudad Celeste: los guardias quedaran anonadados, mi familia estará furiosa, sobre todo mi madre, Jordan se sentirá mal por no haber cumplido mi objetivo, al igual que John y Mary, el señor y la señora Hayes estarán decepcionados, y la buena imagen que tienen de mí se verá destruida.

Cierro los ojos, tratando de contener el llanto y un posible grito de frustración, espero el momento en que la fuerte iluminación de la aeronave me dé a mi rostro, que me dará a entender que ya fui descubierta. Siento como si los segundos fueran más tardados de lo usual, como si la tortura fuera más larga.

El terror se apodera de mi cuerpo, y siento el fuerte impulso de gritar que ya abran la maldita caja para que se acabe mi tortura. Pero entonces, una voz hace detener al guardia.

– Espera – reconozco esa voz: es la de Gabriel – Debe ser está, la encontré tirada en la compuerta antes de cerrarla. Dice que son vegetales de la huerta del señor Jasper Van Boomel, de la zona 31 – me asomo por el hoyo y veo al primo de Cole entregándole una hoja de papel al guardia.

Aunque no alcanzo a ver la cara de quien iba a descubrirme, parece ser que está revisando el registro que se supone debería estar pegado en mi caja.

– De acuerdo – dice después de unos minutos – Entonces sin más que decir sigamos con el viaje.

Y en ese momento mi corazón vuelve a palpitar.

Gabriel acaba de salvarnos a mí y a Cole.

Estaré eternamente agradecida con él.

En eso alcanzo a sentir como si la aeronave aumentara su velocidad. En cualquier momento llegaremos a los límites, ahí la aeronave tendrá que detenerse y con un rayo láser deberán hacer un gran agujero que esté lo suficientemente grande para pasar por ahí.

Tal como lo supuse, minutos después siento como el enorme vehículo se detiene. La misma voz a través de ese megáfono parlante avisa que en estos momentos están realizando la abertura en el campo de fuerza. Nuevamente vuelvo a ponerme nerviosa, ya que en cuanto el agujero del campo esté hecho, será cuestión de segundos o minutos (depende del tamaño) para que se cierre, y hay que recordar que nada puede tocarlo sin terminar quemado o hecho pedazos.

La aeronave vuelve a avanzar, lo que me da entender que ya está ese agujero. Debemos apurarnos, quien maneje está cosa no debe dejar que el campo de fuerza lo encierre o lo agarre a medio escape, pues todos terminaríamos calcinados.

Cierro los ojos por los nervios, mi vida podría terminar en un santiamén por un mal movimiento de la aeronave.

No quiero morir, no ahora.

Rezo por mí, rezo por Cole, y por toda la gente que tripula la aeronave.

Vuelvo a sentir como si los segundos fuesen eternos.

Y, en menos de lo que imagino, la aeronave continua con su viaje con normalidad.

– Hemos cruzado, repito, hemos cruzado – vuelve a decir el piloto por el megáfono.

Retengo las ganas de gritar de la felicidad.

Lo logré, lo logramos, estamos del otro lado del campo de fuerza, estamos fuera de Ciudad Celeste, y estamos en camino a la Ciudad Prohibida... en camino hacia Derek.

LIBERTAD: El InicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora