Día 3

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DÍA 3:

RAZONES.

Tipo de narrador: omnisciente.

Nunca fue sencillo relacionarse con las personas del reino. Al menos, para ella no lo era.

Aquellos rumores que corrían por las calles solo con verla a ella y a su padre cuando caminaban por algún lugar eran suficiente razón para detestar el simple pensamiento de acercarse a la ciudad.

Prefería la periferia, el bosque y la libertad que para ella representaban.

Adentrarse entre los enormes árboles de picos altos que parecían acariciar las nubes, escuchar el sonido del riachuelo cuando el agua chocaba contra las piedras del borde, ver los siervos comiendo de los arbustos.

Más que tranquilidad, en ella producían adrenalina y energía.

Aumentaban sus ganas de tomar una de las flechas que cargaba siempre en su espalda y dispararla hacia uno de ellos, de darle de nuevo a aquellos blancos que ya había situado en puntos estratégicos mucho tiempo atrás.

De conseguir algún venado distraído y ser quien presenciara su último suspiro de vida.

Volver a casa con las manos manchadas de sangre por el venado y haber separado la piel para usarla como abrigo y la carne para alimentar a la única persona que aceptaba en lo que ella se había convertido, la única persona capaz de entenderlo pues él también era así, su padre.

No era trabajo difícil.

Ambos habían sido creados de la misma manera retorcida y problemática. Una tergiversación de algo con buenos propósitos que había sido dado, tal vez, a las personas incorrectas.

Incluso, con el paso del tiempo se había convertido en una costumbre y aquel pasatiempo en las profundidades del bosque era única cosa que la mantenía entretenida mientras no tenía... presas más divertidas, como las llamaba en su cabeza.

Ella hacía parte de uno de los linajes mas controversiales y sangrientos de toda la historia de Bonaire. Aunque no era el único reino con criaturas como ella.

Aquel titulo la enorgullecía.

Amaba poder decir, aunque fuera a sí misma o a su anciano padre, que hacía parte de los Rose, de esos Rose.

Aunque en el reino no existía otra persona ajena a su familia que portara aquel apellido, pues se consideraba maldito y el causante de todo lo malo que ocurría allí.

Un linaje proveniente de tierras muy alejadas de Bonaire que había llegado hasta aquel reino generaciones atrás. Antes de la mismísima coronación del rey Carlo. Mientras las tierras estaban en guerra unas con otras debido a las posesiones místicas y desconocidas que abundaban en los bosques que rodeaban y delimitaban los reinos. Como ellos.

Y es que así era.

Contrario a lo que se creía en el pueblo, las criaturas que rondaban por los bosques no eran solamente animales y cazadores. O, en su defecto, esa familia que creían maldita.

Sobre los Rose y muchos otros linajes casi desaparecidos, recaía un poder que no había sido identificado del todo.

Unas capacidades que iban más allá de una buena puntería y una apariencia prácticamente exclusiva.

Emily tuvo que entender aquellas implicaciones cuando aún era una pequeña niña, de unos siete u ocho años apenas.

Escúchame, Emily —había dicho su madre, Olivia, una tarde mientras se mantenían dentro de la pequeña choza que llamaban casa—. Todos nosotros somos diferentes a las personas que hay en el pueblo. Los has visto ¿no es así?

El Rey  [Infierno parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora