•CAPÍTULO 11

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Taehyung sobrevivió a las dos siguientes fiestas. Estaba empezando a charlar con personas de negocios y, sobre todo, a confirmarles que era profesor de primaria y le encantaba su trabajo.
Había conocido a muchos periodistas y el mundo de los millonarios le daba menos miedo que al principio. Y tampoco Yoongi le parecía tan importante. Lo único que lamentaba era que no hubiese vuelto a besarlo.

Se decía a así mismo que seguramente era lo mejor y en algunos momentos incluso llegaba a creerlo. Yoongi había dejado claro que lo suyo era solo una relación de conveniencia y si todo acababa mal sería culpa suya, porque había sido advertido.

—¿Qué hay en la caja? —preguntó el pálido cuando salían del hotel para volver a su casa.

Taehyung le había dicho que no pensaba contarle que era hasta que terminase la fiesta.

—Adornos de navidad para tu casa. Una forma de agradecerte por todo lo que has hecho por mí.

—¿Qué clases de adornos? —preguntó suspicaz.

—Nada que vaya a comerte mientras duermes hyung. Son bonitos y te gustarán.

—¿Es una opinión o una orden?

—Tal vez las dos cosas —el menor sonrió.

—Muy bien —suspiró Yoongi—. Venga, vamos. Incluso dejaré que los coloques dónde quieras.

Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Yoongi tomaba la autopista hacia el norte en lugar del sur y, quince minutos después, detenía el coche en el garaje de un lujoso edificio.

Taehyung se dijo así mismo que debería tranquilizarse. Yoongi lo había llevado a su casa, pero eso no significaba que hubieran pasado de ser una pareja falsa a ser una pareja real. Eran amigos que fingían salir juntos.

Unos minutos después estaban en un lujoso duplex. El salón era espacioso, cómo los lofts que había visto en las revistas y los programas de decoración, con precisos suelos de madera. En el centro había dos sofás de piel, varios sillones, un pantalla plana de televisión del tamaño de un jumbo y ventanales desde los que se veía todo Seúl. Toda su casa, incluso el jardín cabría en aquel sitio. Y, sin duda, aquel apartamento tendría más de un cuarto de baño. Tal vez podría enviar allí a sus primos y Jungkook para que se arreglasen los viernes por la noche. Así no tendrían que pelearse.

—Es muy bonito —dijo el menor, mirando las paredes pintadas de color beis y los sofás de un tono marrón claro—. Pero no hay mucho contraste de colores.

—Me gustan las cosas sencillas.

—El beis es un color para hombres. O eso he oído.

Taehyung se dejó caer en uno de los sofás y puso la caja sobre la mesita de café.

—¿Quieres una copa de vino?

—Sí, muy bien.

Mientras Yoongi servía el vino, el menor sacó los adornos de la caja. Había tres bolas de cristal con nieve, dos velas, varias tiras de espumillón y un belén dentro de una caja, las figuras de porcelana envueltas en papel celofán.

Taehyung miró alrededor. Las velas y el espumillón podrían ir sobre la mesa, las bolas de cristal frente a la ventana. Y el belén en la mesa de la televisión. Cuando terminó Yoongi le dió su copa.

—Muy bonito, muy hogareño

—¿Lo dices de verdad, hyung?

—Sí.

—Me habría gustado traer un árbol, pero no sabía si te gustaría.

—A mi ama de llaves le habría divertido.

•||SEDUCIDO POR EL MILLONARIO||•  •|YOONTAE|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora