-¿Por qué caminas así? -le preguntó Yoongi -. Relájate.-No puedo -murmuró Taehyung, intentando parecer despreocupado, pero incapaz de respirar.
No era el vestuario de esa noche lo que le impedía respirar, ni los zapatos ajustados con unos centímetros de más en los tacones sino el peso del collar y los pendientes. No el peso, sino su valor. Taehyung tocó el diamante que colgaba en su cuello. Él no sabía mucho sobre joyas, pero era la piedra más grande que había visto nunca. Estaba rodeada de otros diamantes más pequeños y colgaba de una cadena de platino con pendientes a juegos.
Las joyas habían sido enviadas a su casa con un fornido guardía de seguridad que había obligado a Yoongi a firmar varios documentos oficiales antes de darle las cajas de terciopelo.
-Estan asegurados, ¿Verdad hyung? Si alguien me los robase o se rompiera el engarce. . .
Yoongi suspiró.
-Pedí las joyas porque pensé que te gustarían Tae. No quería que te pusieras tan nervioso.
-Dime que no valen millones de dólares, hyung y me relajare.
El mayor le guiño un ojo.
-No valen millones de dólares.
-Estás mintiendo.
-¿Yo? ¿Cómo puedes decir eso?
Mejor no saberlo, pensó el menor mientras entraba en el elegante salón del hotel. Muy bien, llevaría los diamantes y se alegraría de que Yoongi hubiera tenido ese detalle. En cuanto se le pasaran las ganas de vomitar, estaría contento.
En la fiesta había más de doscientas personas y, aunque no solía beber alcohol, tal vez aquella noche le iría bien una copa de vino. Además, un poco de vino haría que la idea de llevar esos carísimos diamantes fuese menos aterradora.
-Mira hay una pista de baile.
-Pensé que bailar te pondría mas nervioso.
-No, ya no.
Sus ojos se encontraron entonces. Taehyung no sabía que estaba pasando, pero el recordaba la última vez que hicieron el amor, cuando le hizo sentir cosas que no había esperado sentir nunca. Cuando había aceptado el hecho de que estaba totalmente enamorado de él.
En la mirada de Yoongi había fuego y siento la respuesta en su bajo vientre. . .
-No tenemos que quedarnos mucho tiempo -dijo el mayor entonces.
-¿Estás seguro, hyung? Pensé que estaríamos aquí tres o cuatro horas, por lo menos.
-Quince minutos máximo -sonrío Yoongi atrayéndolo hacia sí-. O podríamos subir a una de las habitaciones, tiene jacuzzi.
-¿Y como sabes tú eso?
-¿Yoongi?
La persona que llama a su mayor tenía una voz levemente ronca, sexy. . . la clase de voz que se escuchaba en la radio.
Taehyung se volvió para ver a una mujer increíblemente alta, guapísima, con un vestido negro muy sexy. Estaba sonriendo, sus ojos brillando de alegría.
-Cuánto me alegro de verte. Te he echado mucho de menos.
Yoongi se puso tenso.
-¿Que demonios haces aquí?
-He venido a verte -siguió sonriendo la mujer, mirando a Taehyung-. ¿Vas a presentarme a tu amigo?
Yoongi vaciló durante un segundo.
-Taehyung, te presento a Irene, mi ex mujer.
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.Después de convencer a Taehyung para que le dejara unos minutos a solas, Yoongi estaba en un saloncito privado, de brazos cruzados, mirando a la mujer con la que una vez había querido pasar el resto de su vida.
-Estas muy guapo. El tiempo es un asco. . . siempre es más amable con los hombres que con las mujeres.
-¿Por qué has venido? -le preguntó él bruscamente-. Y no me cuentes historias.
Pero Irene no pareció asustarse, al contrario.
-No hay manera de engañarte, Yoongi. Mi error fue pensar que podría reemplazarte.
-¿Quieres decir que podrías encontrar a otro mejor? Por qué ese era el objetivo, ¿No?
-Bueno, supongo que sí. Volví a casarme, si eso es lo que estás preguntando. Jackson era encantador, fácil de llevar -Irene arrugó la nariz-. Aburrido. Pensé que ser rica era lo más importante del mundo, que me sentiría segura, pero estaba equivocada.
-Gracias por la información -dijo él-. Pero tengo que volver a la fiesta.
-Espera, Yoongi, ¿No te alegras un poco de verme?
Yoongi miró esos ojos de gata y esos labios que que lo habían llevado de cero a cien en menos de un segundo.
Cuando lo dejó se había sentido desolado y había jurado vengarse. Entonces habia sentido la furia de un hombre que deseaba tener a una mujer para él solo. Y cuando la rabia cesó, se sintió humillando. Saber que lo había traicionado, que lo había tratado como a un tonto, lo había mantenido despierto por las noches.
La había amado una vez. Irene había prometido amarlo para siempre y él le creyó. Con el tiempo, había aceptado que solo había Sido un medio para llegar a un fin y, con el tiempo, el dolor desapareció.
Aunque la herida no había curado del todo.
Unos días después de que lo dejase, su tío le había dicho que lo contrario del odio era la indiferencia y ahora, mirando a la mujer con la que se había casado, sabía que era verdad.
-No me importas lo suficiente como para sentir nada.
-Vaya, veo que eres muy sincero. ¿Entonces no me has hechado de menos?
Yoongi pensó en esas largas noches en las que no podía dormir. Hubiera vendido su alma por tenerla de nuevo entonces. Menos mal que el demonio debía estar ocupado en ese momento.
-Te quise -le dijo-. Que me dejases me dolió mucho. ¿Y qué?. Eso fue hace tres años, Irene. He seguido adelante con mi vida.
-Ojalá yo pudiera decir lo mismo, pero no es así. Sé que me equivoqué y sé que tendré que volver a ganarme tu confianza, por eso estoy aquí. Te quiero, Yoongi. Nunca he dejado de hacerlo y quiero que me des otra oportunidad.
Yoongi escuchó la pregunta y esperó. ¿Quería volver con ella? ¿Las viejas cicatrices seguían abiertas? No, pensó, aliviado. No había nada. Ni una gota de anhelo o curiosidad. Irene no era más que alguien a quien había conocido una vez.
-Lo siento, pero no estoy interesado.
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•||SEDUCIDO POR EL MILLONARIO||• •|YOONTAE|•
Lãng mạnA Min YoonGi, un poderoso hombre de negocios, no le gustaban los ultimátums, a menos que fuera él quién los diera. Pero la junta le estaba exigiendo que cambiara su dura imagen pública. Cuando conoció al dulce Kim TaeHyung, profesor de guardería, su...